Las relaciones con Haití (4 visiones)

Las relaciones con Haití (4 visiones)

El país más lejano de la República Dominicana es Haití. El país más cercano de nuestro país, es también, Haití.

Nuestras historias están entrelazadas para siempre, en tanto que compartimos, también para siempre, el territorio insular. Nuestras historias en resumen, están plagadas de dislates, desconfianzas y desconocimiento… porque el país más cercano y el más lejano al nuestro, es Haití. El que más debería importarnos en nuestras relaciones exteriores, al tiempo que es el que menos conocemos.

Hay al menos cuatro formas en las que podemos establecer nuestra relación con Haití. Una, la confrontación. Otra, es la indiferencia reactiva, que ha sido la más tradicional de las formas. La tercera forma es la cooperación y el diálogo. Y finalmente, la supuesta fusión, sea federada, confederada o de dominación.

La confrontación tuvo sentido en los primeros días de la República, las tropas de gobiernos dictatoriales haitianos, y la débil identidad dominicana eran incentivos para los gobiernos haitianos, quienes tenían suficiente información para saber que un grupo de la naciente dominicanidad buscaban protectorados con países que no habían abolido la esclavitud. Quizá es prudente recordar que los EEUU abolió la esclavitud en 1865, 21 años después de proclamada nuestra independencia (Francia en 1848 y España en 1886).

Tan pronto como nuestro país despejó la amenaza de la esclavitud no hubo grandes razones para que las relaciones entre los dos países fuera de confrontación. No creo que haya nadie razonable que entienda que el mejor esquema de relaciones pueda ser uno de tensión permanente.

Otra forma, la indiferencia reactiva, que ha predominado salpicada de discursos nacionalistas bipolares en ambos países, ha permitido que el país más cercano de RD sea el más desconocido, incluso por nuestras elites intelectuales, empresariales y políticas. Eso ha permitido que en el vecindario caribeño, Haití sea admirado por ser el primer país que abolió la esclavitud en el continente americano, mientras que RD, de mayoría negra y mulata, sea visto como un país neocolonialista y semi-esclavista, versión que encontraba sustento en los discursos anti-haitianos y a la explotación laboral, apenas mejorada en los años recientes, pero mal promovida y moralmente cuestionable en tanto que la migración carece del necesario respeto al Estado de Derecho.

Esta forma de relación deja expuesta a la RD a las veleidades de la historia y defiende pobremente nuestros intereses.

El tema de la fusión, por su parte, es un invento en la cabeza de muy pocos, sirve para engañar incautos y manipular medios. No merece mayor atención que la advertencia que, presente en el discurso, fomenta una relación en ambos países basado en la confrontación, con mucho el peor esquema posible.

Cualesquiera de los esquemas de unión política entre los países, es obviamente, imposible.

Finalmente, la cooperación y el diálogo. Este esquema requiere deponer prejuicios y lecturas parcializadas de la historia.

El hecho de que Haití sea uno de nuestros principales socios comerciales, vecino insular con riesgos similares ante epidemias, desastres naturales y presiones sociales, hace esta la única vía efectiva de afrontar el porvenir. Sin que esto signifique que estará libre de fricciones… como todas las relaciones entre países.

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