Las relaciones de Estados Unidos y Europa

Las relaciones de Estados Unidos y Europa

HUGO GUILIANI CURY
Desde antaño la relación entre Europa y Estados Unidos ha sido algo muy complejo. Lo es porque en este caso se mezclan la política, la historia y la cultura. Esto hace difícil explicar el porqué han ocurrido determinadas situaciones en un momento dado. Recordemos que Alexis de Tocqueville formuló la idea del “excepcionalismo americano”, observando en aquel entonces que había muchas cosas buenas que alabar de América, pero a la vez criticaba duramente la forma en que los americanos querían dar “cátedras” a los europeos sobre otros temas como el de los derechos humanos y las libertades del hombre.

Los norteamericanos creen en la supremacía de sus ideales democráticos, siendo su nacionalismo una mezcla de esos ideales, del orgullo nacional y de la insularidad que por muchos años tuvieron. Por tanto a diferencia de otras naciones, el nacionalismo americano no está definido por creencias de superioridad étnica. Esto ha dado lugar a que Estados Unidos no ha podido comprender que otras naciones también poseen un fuerte nacionalismo. Por ello las tensiones que hoy tienen Europa y Estados Unidos no ha sido simplemente un asunto de diferencias políticas en determinados temas y momentos, como lo sería la guerra con Irak. En este caso, Estados Unidos se resintió de los europeos al verse expuesto a los ataques terroristas en su propio territorio y no haber recibido la solidaridad de sus viejos aliados. Estos más bien criticaron la posición del Presidente norteamericano y permanecieron ajenos al conflicto armado.

La verdad es que americanos y europeos unos a otros siempre se han visto con un cierto grado de ambivalencia. Es una situación donde existe una mezcla de elementos como la envidia, admiración, ignorancia y desconfianza, elementos éstos que al unirse con otros son los que al final definen la actitud de una nación en un momento específico. Debemos recordar que los fundadores de la nación americana siempre rechazaron el sistema aristocrático de la sociedad europea. Por mucho tiempo eso se hacía patente de muchas formas y hasta en pequeñeces como la utilizada por Estados Unidos, que ordenó a sus embajadores acreditados en Inglaterra que asistieran al Palacio Real en simples trajes oscuros, haciendo contraste con las vestimentas más formales que utilizaba para esas ocasiones el resto del Cuerpo Diplomático.

Es un complicado dilema el que ha existido entre esas sociedades,  el cual continúa todavía hoy en día, y para comprenderlo hay que llegar a las raíces de esa ambivalente relación. Quizás profundizando podríamos entender el porqué de la actitud que presentó Francia frente a Estados Unidos en el caso de Irak, y lo cual se reflejó a través de la figura de su elegante y expresivo canciller Dominique de Villepin. Mientras que Gran Bretaña hizo lo opuesto a Francia teniendo como líder a su carismático primer ministro, Tony Blair.

En el campo económico Estados Unidos y Europa son las turbinas de la economía mundial, las cuales mueven la mitad de los flujos del comercio y las inversiones a nivel mundial. Es una realidad que los países miembros de la Unión Europea tienen un Producto Nacional Bruto (PNB) que excede al de Estados Unidos; sin embargo, su gasto en defensa es menos de la mitad que el de Norteamérica.

En Europa la población crece muy poco y ha envejecido teniendo que importar mano de obra. Aún así, en la actualidad los europeos tienen un alto nivel de desempleo y sienten temor de que el proceso de unificación del continente traiga una fuerte migración hacia los países más ricos de la vieja Europa. Esto se acentúa con el caso de Turquía, que además es de religión musulmana y es posible que uno de los próximos pasos a dar como el de una sola Constitución pudiera verse afectado debido a la situación reinante. Es obvio que esto difiere de  país a país, pero en la mayoría de ellos se piensa que sus dirigentes se han quedado sin nuevas ideas y que han sido incapaces de resolver la crisis que les afecta. Estas circunstancias, bajo las cuales hoy vive Europa, incidirán en forma negativa en los esfuerzos de Estados Unidos para tratar de compartir su política externa con ellos. Esto así porque Norteamérica entiende actualmente que debe reducir las enormes responsabilidades que implica ser el guardián del mundo. Igualmente, porque sin la participación de los europeos, Estados Unidos pierde parte de su poder y liderazgo como la superpotencia a nivel mundial. Mientras que en el lado de Europa, ésta necesita a Norteamérica ya que sin ellos su seguridad sería más débil y su proceso de unificación se podría ver debilitado. Es decir que a Europa sólo le queda el camino de compartir con Estados Unidos responsabilidades a nivel mundial, manteniendo relaciones equilibradas y de respeto mutuo sin que ninguno de los dos se sienta subordinado. Este dilema, que ambos comprenden, podría dar lugar a un profundo diálogo entre ellos y al abandono de las recriminaciones ocurridas a raíz de la guerra con Irak. Cuando eso ocurra es posible que Estados Unidos decida encaminar sus propuestas de política exterior a nivel multilateral en coordinación con Europa. Es posible que una de las primeras propuestas sea el crear una nueva estructura militar a nivel global y cuyas funciones podrían recaer en lo que hoy se conoce como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO u OTAN).

Reconstruir las relaciones con Europa podría ser una de las principales metas de la segunda administración del Presidente Bush. No obstante, sugerimos que para poder alcanzar ese propósito se deben examinar tres aspectos de su antigua alianza; éstos son: su sociedad económica, su estrategia sobre seguridad nacional y su política exterior. En esa tarea ambos deben aceptar una verdad ineludible y es que no existe derecho internacional sin fuerza y hoy en día ellos dos son los únicos capaces de imponer con la fuerza el derecho internacional. Como ambos se necesitan es posible que pronto veamos un mayor grado de cooperación y coordinación de las políticas externas de Norteamérica y la Comunidad Económica Europea a nivel bilateral y multilateral.

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