“Apuesto, peso a moriqueta, que tú no me dices qué es una ‘rendija’, Píndaro” -le dice Coquito a su enllave mientras caminan por una de las calles de la ciudad-… “Estoy casi completamente seguro de que ahora, después que estudiaste, crees que es más fino decir ‘hendedura’ que ‘rendija’… Por lo menos, así me dijiste el otro día que encontraste por primera vez esa palabra en el mataburros… digo, en el diccionario de la Real Academia Española…”.
“No relajes, Coquito -riposta Píndaro-, un ‘joyo’ lo conocen hasta los chinos de Bonao… Y tú, queriendo ser más papista que el Papa –que ahora es difícil con nuestro amigo Francisco-, ahora me vienes con esa filosofía barata… ¡filosofía de patio!… ¿No te das cuenta que las rendijas pueden ser horizontales, verticales… y hasta diagonales?… Si no lo crees, te voy a dar una lección de ‘Rendijista’, que es la nueva materia que ponen en práctica muchos de los que, luego de estudiar una asignatura cualquiera –o, a veces en una escuela que no ha pasado por ellos, cambian sus carros de varios años por esos ‘pescuezos largos’… de vidrios ahumados… y, se convierten, de la noche a la mañana, en ‘tutumpotes’…”.
“Mira, Coquito, las rendijas verticales son aquellas que se hacen para que las papeletas pasen por ellas, gracias a préstamos que se justifican con las manos en alto pero sin que el pueblo se entere de sus verdaderas razones… Sus efectos, sólo se ven luego de que vienen las deudas que el país debe cumplir, pues hay la obligación de pagarlas con intereses ‘suaves’ pero que, por las comisiones previas, ya se han convertido en ‘ásperas’… A la hora de crearlas, nunca piensan en el futuro de nadie, sino que se piensa con el bolsillo de algunos…”.
Las rendijas horizontales, no son aquellos hoyos que se pintan en un cuaderno, o como grafiti en una pared cualquiera… Son rajaduras, que tienen la capacidad de mostrársenos en dos vertientes: O nos caemos por ellas si no llegamos a verlas en las calles y carreteras, o, nos empujan hacia ellas si no calculamos bien nuestras acciones…”.
“Finalmente, Coquito, las rendijas ‘diagonales’ nos persiguen cada día, cuando intentamos cubrir nuestras necesidades con los ingresos por los que luchamos pero que, por más que las estiremos, no nos alcanzan a lo planeado… Si sigues derecho a perseguir tus sueños, te despiertas en sobresalto y debes replantearte tu próximo día… y, los próximos… de los próximos días…”.
Haciendo ‘bembitas’, Coquito trata de entender a su amigo Píndaro y le dice: “¿Y, cómo puedes tú decirme todas esas cosas filosóficas, cuando siempre me dices que vives acechando por una ‘rendija’ las condiciones que podríamos tener en el futuro?”.
Como un torpedo, Píndaro exclama: “¡Abajo las rendijas!… La última que conocí fue ‘La rendija de Chulín’ aquí en la capital… Anterior a esa, la rendija del banco aquél… Luego, la rendija que me permitió ver en nebulosa cómo los partidos y altos partidarios se juegan con el futuro de este pueblo… con pactos raros y poco claros… ¡Sólo espero, que una generación nueva venga y se atreva a ver, con sus propios ojos y por una verdadera ‘rendija’, las trampas que les esperan si no los abren a tiempo!”.