Las resistencias a la transparencia en nuestra cultura social

Las resistencias a la transparencia en nuestra cultura social

La transparencia que significa “decir verdades” tiene permanentes bloqueos culturales que la convierten en una práctica “ofensiva” e irritante en la convivencia social desde las relaciones personales, sociales y políticas.

En la cotidianidad las relaciones personales, vecinales  y familiares se sostienen sobre la base de la reciprocidad y el intercambio de favores.

La deuda permanente de un favor garantiza el mantenimiento de las relaciones personales y familiares así como las redes de apoyo y solidaridad. Estos favores están vinculados a obtención de empleo, ayuda en caso de enfermedad, muerte en la familia, otros…  Esta reciprocidad genera también cierta complicidad entre las personas y dificulta la crítica transparente para evitar las ofensas. Se fortalece así el rumor y el chisme. Si “se le debe un favor” a una amiga/o, compadre/comadre  no se le contradice”. Esta misma expresión de resistencia a la transparencia por “miedo” a “disgustar” o ser “mal agradecido” se produce también en el ámbito familiar.

En el contexto familiar las relaciones entre padres/madres-hijos/as están permeadas de ocultamientos por resistencia a la transparencia. Padres/madres no conversan claramente con sus hijos/as con igualdad, tienen miedo a perder “autoridad” frente a ellos/as. Igualmente hijos/as no le comunican situaciones que generen su oposición, produciéndose vidas paralelas y ocultas entre ellos/as. En las familias las conductas “sancionadas” socialmente como la homosexualidad/lesbianismo o la inserción de las adolescentes en la vida sexual se ocultan, los/as padres/madres desconocen así la realidad de sus hijos/as.

Hay tendencias a mirar la sociedad en forma lineal estableciéndose a la familia como causante de las pautas que se transmiten hacia la sociedad. Estudios antropológicos y sociológicos muestran que la relación entre familia y sociedad no es lineal sino circular. Las pautas y normas circulan y fluyen entre un espacio y otro sin que se pueda establecer dónde inicia ni dónde termina. Este bloqueo a la transparencia se presenta en la cultura política. Nuestra clase política cuando asciende al poder no acepta informaciones y análisis que muestren las debilidades de su gestión y las invalida como “ofensas” provenientes de la “oposición”. Cualquier crítica es “ataque personal”, no se acepta su incidencia en el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad. La cultura democrática se alimenta de la criticidad, diversidad y libertad, sus principios fundamentales.

Esta resistencia a la transparencia se mantiene aun cuando  “supuestamente” terminaron las dictaduras y regimenes autoritarios.

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