Las responsabilidades para
con los semejantes

Las responsabilidades para<BR>con los semejantes

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Debo asumir, para quien me está leyendo, que tiene la capacidad de hacerlo y le interesa estar enterado al recorrer las páginas de los diarios o viajar por internet, detectando noticias e informaciones valiosas que ayudan al diario vivir, por consiguiente, debo admitir que esas facultades nos exigen muchas responsabilidades con los semejantes, abarcando todo el espectro social de los mismos.

No tiene la misma responsabilidad el chiripero que cada día sale de madrugada a buscársela, haciendo las más variadas actividades, desde ser un vendedor de frutas hasta ocupar las esquinas con semáforos vendiendo toda clase de mercancías, incluyendo mascotas. Así mismo sucede con las mujeres de orillas del Ozama que luchan entre la mugre para no verse sumergidas en el fango y en las materias fecales que brotan de tuberías rotas, evitando que sus hijos se enfermen más de lo que están. Las responsabilidades ciudadanas no son las mismas para un serrano encumbrado en las altas sierras del Cibao Central, a la merced de un conuquismo que aumenta la deforestación y estimula los incendios forestales.

Todo lo anterior indica que somos muchos los privilegiados con un compromiso que cumplir para con la comunidad, devolviendo parte de lo que poseemos en abundancia. Y esto es más importante cuando se sobresale en las diversas actividades humanas y surgen los reconocimientos y distinciones por lo realizado gracias a las destrezas físicas o las vocales, y más siendo profesionales destacados, ya sea en la medicina o de otras ramas profesionales, por las cuales, las comunidades agradecidas, otorgan merecidos reconocimientos a medida que se avanza en el devenir de los años, entonces se aprovecha la oportunidad para demostrar ese agradecimiento, tan esencial en la satisfacción personal.

Por lo anterior se cumple la sentencia divina, que si Dios nos dio mucho, por tanto, debemos por igual, retornar mucho a los semejantes, si es que queremos ser medidos por la justicia divina de acuerdo de cómo cumplamos con esa sentencia bíblica de comprender que somos instrumentos de los designios divinos; es obligación devolver a los que no  han logrado sacudirse de sus limitaciones lo que en cambio Dios nos permitió conseguir por nuestras capacidades, como lo hizo el padre Luis en su querido Ocoa.

Nuestra naturaleza original fue  estructurada para llevar a cabo grandes tareas a favor de los demás, pero también el egoísmo consustancial con la naturaleza humana, ha hecho mella en el sentir de casi todos y se rehuyen de diversas formas las responsabilidades, manifestándose ese desprecio de la clase política, que se venden en el poder, lo que hacen es dilapidar los recursos, mostrar incapacidades e ineptitudes para administrar los recursos públicos y participan en los más atroces y abominables hechos de malversación, y en el peor de los casos, recurrir al silenciamiento de las voces opositoras que denuncien lo mal hecho.

Las responsabilidades son muchas en servir a los demás. A veces no figuran en las prioridades de los seres humanos, más encerrados en sus esferas particulares del egoísmo, buscando tan solo beneficiar a los más cercanos a su entorno, siempre y cuando tengan las aptitudes y oportunidades para elevarse social y económicamente en sus comunidades. Afortunadamente en todo los países hay muchos hombres y mujeres que luchan cada día, sin esperar la recompensa de un reconocimiento humano bien merecido, sino que cumplen a cabalidad lo que están convencidos de hacer por ser criaturas de Dios. Lo anterior es como aquella fábula del colibrí apagando un incendio del bosque, que en su piquito llevaba una gota de agua y se le criticaba tal acción por lo quimérico de la misma, mientras los demás animales y aves rehuían el papel que debían realizar para la colectividad.

Debemos asimilar la lección de ver cada día de cómo los pobres ocupan las avenidas de la capital para buscar algo que hacer, pedir limosnas, u ofrecerse a trabajar por cualquier cosa, mientras nosotros, encerrados en nuestras comodidades, olvidamos que las facultades es para ofrecerla al bien común, permitiéndonos acudir en ayuda de los demás y elevar al país por encima de sus miserias, egoísmos y avaricias, ya que éste es la parte de la Tierra que nos tocó vivir. Nuestro desempeño terrenal será el aval que nos asegure nuestra continuidad en otras dimensiones y contar con la satisfacción de los semejantes agradecidos de haber recibidos el apoyo de un consejo, o de una oportunidad para superar las limitaciones que el medio local y los políticos castigan y penalizan a las mayorías.

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