Desde su inicio en 2011, la guerra en Siria ha ocasionado la muerte de más de 400.000 personas, según la última estimación de la ONU en 2016.
Lo que comenzó como un levantamiento pacífico contra el presidente Bashar al Asad en marzo de 2011 se convirtió en una brutal y sangrienta guerra civil que ha arrastrado a potencias regionales e internacionales.
El conflicto ha dejado un saldo de más de 400.000 personas muertas, según la última estimación que hizo la ONU en abril de 2016.
La cifra, sin embargo, podría ser más alta debido a los problemas para acceder a determinadas áreas del país y a las dificultades para compatibilizar los números que presentan las partes enfrentadas.
El Cetro Sirio de Investigación en Políticas, por ejemplo, ya estima el número de muertos en 470.000.
La guerra además ha provocado la huida de más de 5 millones de personas, según cifras del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), uno de los mayores éxodos en la historia reciente.
¿Cuál era la situación en Siria antes de que estallara la guerra?
Años antes de que el conflicto comenzara muchos sirios ya se quejaban de un alto desempleo en el país, de extensa corrupción, falta de libertad política y de la represión del gobierno del presidente Bashar al Asad, quien había sucedido a su padre, Hafez, en 2000.
En marzo de 2011, un grupo de adolescentes que habían pintando consignas revolucionarias en un muro escolar en la ciudad sureña de Deraa fueron arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad.
El hecho provocó protestas prodemocráticas, inspiradas por la Primavera Árabe, las manifestaciones populares que en ese momento se extendían en los países de la región y que clamaban más democracia y derechos para sus poblaciones.
¿Cómo estalló la guerra civil?
A medida que el levantamiento de oposición se extendía, la represión del gobierno se intensificó.
Los simpatizantes de la oposición comenzaron a armarse, primero para defenderse y después para expulsar a las fuerzas de seguridad de sus regiones.
Al Asad prometió «aplastar» lo que llamó «terrorismo apoyado por el exterior» y restaurar el control del Estado.
La violencia se incrementó rápidamente en el país. Se formaron cientos de brigadas rebeldes para combatir a las fuerzas del gobierno y lograr el control de ciudades y poblados.
¿Quién pelea contra quién?
La rebelión armada de oposición ha evolucionado significativamente desde sus comienzos de la guerra.
Lo que se conoce como «la oposición» -es decir, quienes desean la destitución del presidente al Asad- está formada por numerosos grupos rebeldes integrados por diversos tipos de personas.
Estos grupos incluyen tanto combatientes rebeldes moderados y seglares (como el Ejército Libre Sirio, ELS), así como grupos islamistas y yihadistas.
Y entre estos últimos han figurado tanto el autodenominado Estado Islámico (EI) como el Frente al Nusra, un grupo que en sus comienzos estaba afiliado a al Qaeda y que a principios de 2017 se fusionó con otros cuatro grupos islamistas para convertirse en Tahrir al Sham.
¿Cómo se involucraron las potencias internacionales?
Aunque EE.UU. ha apoyado a algunos grupos rebeldes con armamento y equipos, ese apoyo se ha visto limitado por el temor a que las armas terminen en manos de los grupos yihadistas.
Y a partir de 2014, Estados Unidos, junto con Reino Unido, Francia, y otros seis países, dirigieron incursiones aéreas contra EI en Siria, pero evitando atacar a las fuerzas del gobierno sirio.
Durante su presidencia, Barack Obama se limitó a insistir en la renuncia de al Asad.
Por su parte, el actual mandatario estadounidense Donald Trump dio a entender durante su campaña electoral que la guerra en Siria no era una de las prioridades de su gobierno.
¿Por qué está durando tanto esta guerra?
Un factor clave ha sido la intervención de las potencias regionales y mundiales.
Su apoyo militar, financiero y político para el gobierno y la oposición ha contribuido directamente a la intensificación y continuación de los enfrentamientos y convertido a Siria en un campo de batalla de una guerra subsidiaria.
También se ha acusado a las potencias regionales de fomentar el sectarismo en lo que era un Estado ampliamente secular.
Las divisiones entre la mayoría sunita y los chiitas alauitas han provocado que ambas partes cometan atrocidades que no sólo han causado una enorme pérdida de vida sino ha destruido comunidades, fortalecido posiciones y reducido las esperanzas de lograr una solución política.
¿Cuál ha sido el impacto de esta guerra?
El enviado especial de la ONU para el conflicto de Siria, Staffan de Mistura, dijo en abril de 2016 que se estimaba que la cifra de muertos estaba en torno a los 400.000.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, un grupo de monitoreo basado en Londres, indica que hasta marzo de 2017, la cifra de muertos es de 465.000.
Pero el Centro de Sirio para Investigación Política, un organismo de estudios independiente, calcula que el conflicto ha causado 470.000 muertes.
¿Qué ha hecho la comunidad internacional para poner fin al conflicto?
Debido a que ninguna de las partes es capaz de infligir una derrota decisiva contra la otra, la comunidad internacional concluyó hace mucho que la única forma de poner fin a la guerra es con una solución política.
El Consejo de Seguridad de la ONU pidió la implementación del Comunicado de Ginebra de 2012 en el que se contempla un organismo de gobierno de transición con amplios poderes ejecutivos «formado sobre la base de consentimiento mutuo».
Pero las conversaciones de paz de 2014, conocidas como Ginebra II, se interrumpieron y la ONU responsabilizó al gobierno sirio por rehusarse a discutir las demandas de la oposición.
En enero de 2016, Estados Unidos y Rusia persuadieron a los representantes de las partes en guerra para que asistieran a «conversaciones de acercamiento» en Ginebra y discutir una ruta de paz del Consejo de Seguridad, que incluía un cese del fuego y un período de transición que llevara a elecciones.