Las rojas luces de las emergencias

Las rojas luces de las emergencias

Las muertes naturales pero evitables deben preocuparnos al mismo tiempo que  las violentas causadas criminalmente o en las vías de tránsito del país  que son de índices alarmantes.  En el  transporte (según estadísticas) las defunciones son numerosas. Pero hay que llamar la atención  también sobre los males cardíacos como riesgo de mortalidad. Datos del reciente Congreso de Cardiología  indican que el 50% de los pacientes que llegan con cardiopatías a los centros de salud fallecen en el transcurso de los primeros 60 minutos.

 El trágico balance ha de guardar estrecha relación  con  deficiencias de los propios servicios.  Algunos recursos tecnológicos considerados de uso obligatorio en los sistemas hospitalarios de otros países  no aparecen todavía en la generalidad de las áreas de emergencia nacionales a pesar de que las probabilidades de sufrir ataques cardíacos han aumentado para la población en general. ¿Cuántas salas de atención privadas y públicas de este país  llenan   los requisitos para garantizar la aplicación con  presteza de  los auxilios que hacen la diferencia  entre la vida y la muerte? Además, debería certificarse  por la vía correspondiente, que las atenciones de urgencia de los hospitales públicos y las clínicas están a cargo de médicos y enfermeras con la formación profesional y especializada necesaria para responder a las situaciones de gravedad creciente o extrema de los pacientes que les  llegan.

El auge de los “telefraudes”

Parecería que el país no está suficientemente  protegido contra el engaño mediante teléfonos y la internet. La acción subrepticia no es exclusiva de la piratería cibernética de alto calibre, aun cuando parece claro  que se dispone de recursos  técnicos para detectar con  bastante efectividad los orígenes de las  llamadas telefónicas  y de los mensajes a direcciones electrónicas. Al efecto, los intentos de estafa   pueblan las líneas. Los usuarios viven expuestos a falsas notificaciones bancarias  bien  trucadas que pueden  servir  para que muchos ciudadanos caigan impunemente  en la trampa de suministrar datos  que se utilizarían para timarlos. Sin embargo,  las autoridades han impulsado exitosos procesos judiciales basados en el historial de uso de los celulares de sospechosos de crímenes y  siempre  descubren a los autores de llamadas anónimas que han pretendido alarmar con falsas denuncias  de explosivos   en sedes diplomáticas y aviones.

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