La instalación en el país de academias de los equipos de las Grandes Ligas con sus correspondientes programas de captación y desarrollo de talentos se ha convertido en los últimos años en la forma más expedita para saltar de los bajos niveles de la pobreza hasta los empinados altares de la opulencia, gracias a los elevadísimos bonos millonarios en dólares que reciben los nóveles jugadores criollos escogidos en el mercado de agentes libres.
Sin embargo, entre los mayores inconvenientes que afrontan estos prospectos casi todos provenientes de las clases más deprimidas firmados en el sistema denominado “Julio 2”, está la incapacidad para administrar sus cuantiosas fortunas, dedicándose una buena parte de ellos al dispendio, los placeres mundanos y una serie de inconductas reñidas con las leyes y las buenas costumbres.
Tales comportamientos -con las consabidas excepciones- conducen a la indisciplina, la falta de concentración en los entrenamientos, y por ende, al fracaso. Quizás los menos proclives a estos desfases son los muchachos de familias humildes que profesan principios éticos-morales y jugadores provenientes de clase media que han recibido una adecuada formación hogareña y educativa.
Se cuentan casos extremos de hechos lamentables protagonizados en años recientes por prospectos talentosos que fueron firmados mediante bonos lucrativos y que por su estilo de vida descompuesto llegaron a confrontar problemas con la justicia.
En uno de los casos más sonados estuvo envuelto en el año 2009 Ángel Villalona, el entonces cotizado prospecto que recibió un contrato millonario de los Gigantes de San Francisco; fue detenido por la muerte a balazos de Mario de Jesús Valette, en un hecho ocurrido en un negocio barrial de bebidas. Después de una serie de artificios legales muy cuestionables Villalona quedó libre bajo fianza y la buena perspectiva de su carrera se desvaneció.
En el 2008 el promisorio lanzador Ambiórix Burgos, quien pertenecía a los Mets de Nueva York, fue acusado de arrollar a dos mujeres hasta producirle la muerte mientras conducía un vehículo a exceso de velocidad. Se dice que su comportamiento se tornó díscolo y violento luego de recibir un bono millonario, razón por la cual no llenó las expectativas pese a su gran potencial.
El jardinero Oscar Taveras, quien despuntaba como un futuro astro de las Grandes Ligas con los Cardenales de San Luis, tras su retorno al país el pasado año sufrió un aparatoso accidente de tránsito en el que perdió la vida conjuntamente con una joven que lo acompañaba, mientras conducía a gran velocidad en una carretera de Puerto Plata. Los exámenes de laboratorio determinaron que tenía un alto nivel de alcohol en la sangre.
Días después de esa lamentable tragedia, el prospecto Ronald Guzmán, de los Rancheros de Texas, se vio involucrado en un accidente que le causó la muerte al joven Eleazar García, mientras conducía una camioneta Ford Explorer que impactó a una motocicleta en una avenida de La Vega.
Hace más de tres años Alfredo Simón, lanzador de grandes ligas fue acusado de disparar a matar al joven Michel Castillo y de herir a su hermano Starlin de 17 años, en un hecho ocurrido durante las celebraciones de Año Nuevo en la comunidad de Luperón en Puerto Plata. Recibió una breve prisión preventiva y tras “acuerdos” entre las partes viajó a los Estadios Unidos para integrarse a los Orioles de Baltimore; luego fue transferido a los Tigres de Detroit donde accionó este año.
¿Qué se ha hecho en los últimos años para mejorar notablemente estas inconductas de muchos peloteros jóvenes que tras recibir elevados bonos para pasar al béisbol profesional se transforman con tanto dinero queriendo llevarse el mundo por delante sin pensar en las secuelas negativas?
En la próxima entrega nos referiremos sobre los beneficios del trascendental programa en ejecución para capacitar a los jóvenes peloteros firmados para orientarlos en el manejo de sus finanzas y garantizarles un futuro en términos educativos mediante una alianza entre la Major League Baseball y el Banco BHD León.