Las sogas se rompen

Las sogas se rompen

Este Gobierno tiene como misión complacer a los que tienen algo que perder, sacar dinero del bolsillo de la clase media y clase baja, en beneficio de la administración y usar la guardia y la policía para que respalde sus abusos.

Por si alguien tenía dudas sobre esa misión, observe lo que hace el Ministerio de Obras Públicas: multar, de una y otra forma el bolsillo de los contribuyentes con una y otra disposición de cobro o aumento de cobro de peajes.

No es solo por la vía de Obras Públicas que se esquilma a la sociedad. Si observamos algunas acciones de MINOP vemos cosas tan interesantes como lo ocurrido con la revista de vehículos.

A un genio se le ocurre que todo vehículo de motor debe ser revisado y pagar el impuesto correspondiente, para una fecha que obligó a nadie sabe cuántos miles de ciudadanos, a sufrir el tormento de interminables filas de contribuyentes, cuyos vehículos eran revisados por dos o tres funcionarios del MINOP.

Mi primo Tirso Gautreau Ibarra vivió en Nueva York sus últimos 50 años veía, alarmado, cómo transitaban carros públicos que “no tenían cristal delantero, en su lugar había un plástico transparente, las puertas aseguradas con trozos de varillas de construcción doblados convenientemente en U, los faroles delanteros y traseros huecos que carecían de bombillas, no tenían, por supuesto, luces intermitentes ni luces direccionales, lo único intacto era un letrero de Taxi, que coronaba la cabina.

Esos Taxis, que transportan gran cantidad de pasajeros sin que se haya inspeccionado si poseen, por lo menos, frenos adecuados, no se tomaron el trabajo de acudir a la inspección para ser dotados de la revista de vehículos.

Eso forma parte del relajo nacional que auspicia el Gobierno y que le interesa mantener para aumentar la clientela y obtener ganancias para los funcionarios, cuando se compran centenares de vehículos para prácticamente donárselos a choferes del partido en el poder.

Ahora se inventan otra: aumentar también el costo del peaje de entrada y salida de Santo Domingo en un 70 por ciento, de 30 a 100 pesos ida y vuelta.

En Brasil, para citar un ejemplo, se armó la del diablo cuando se propuso un aumento al pasaje urbano, aquí, felizmente, no pasa nada de eso.

La inyección de tranquilina surte su efecto, eso es lo que me preocupa. Un día de estos no habrá fuerza que contenga la ira popular ante tantas mentiras y abusos de un Gobierno que dice que el país va bien, que la economía nacional es sólida. El gobierno juega con las estadísticas y los números para engañarnos, mientras, esa supuesta mejoría se basa en déficits acumulados y préstamos sobre préstamos hasta que se rompa la soga.

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