Las sorpresas políticas rara vez sorprenden

Las sorpresas políticas rara vez sorprenden

WASHINGTON.- Esto ejercita al máximo la imaginación, pero ¿qué pasaría si el senador John Kerry se presenta ante Estados Unidos esta semana y declara que su compañero de fórmula es una mujer, y su nombre es Hillary Rodham Clinton?

¿Qué pasaría si el senador John McCain, republicano de Arizona, se exaspera tanto por la turbulencia en Irak que se vuelve contra el Presidente George W. Bush y se une a la fórmula demócrata después de todo?

¿O qué pasaría si Kerry deja de lado desprecios pasados y convence a Al Gore (quién, no olvidemos, ganó la votación popular en el 2000) de que acepte el puesto No. 2 una vez más? Incluso podría ofrecer un estímulo: hacer de Gore casi un co-presidente, como Ronald Reagan consideró cuando casi convenció a Gerald R. Ford en 1980.

¿Estos escenarios son improbables? Altamente. ¿Imposibles? No.

La realidad es que Kerry puede ser tan audaz como quiera. Seleccionar a un compañero que se postule a la vicepresidencia da a los candidatos su mejor oportunidad de atraer la atención del país bajo sus propios términos y dar forma a la dinámica de la campaña para su ventaja.

«Sería una dosis de adrenalina para la campaña», dijo el senador John B. Breaux, demócrata de Louisiana, quien aconsejó a Kerry que seleccione a alguien con chispa, como el senador John Edwards.

Breaux dijo que Kerry estaba tan decidido a mantener sus deliberaciones bajo un manto de silencio que ni siquiera insinuó a quién estaba considerando más intensamente. «Pasé 30 minutos con él el otro día y le hablé sobre diferentes personas pero él sólo escuchó», dijo. «No dijo, ‘Gracias John, me inclino hacia Frank»‘.

Kerry tiene un incentivo para crear sensación: Los sondeos muestran que aún tiene que causar una vívida impresión en el público. Está luchando tan duramente por definirse que su selección de un compañero de fórmula podría definirlo más que cualquier otra cosa.

Sin embargo podría ser difícil para Kerry usar su decisión para sacudir a un mundo político que ahora está condicionado a no esperar nada que no sea espectacular. ¿Cómo puede competir con el psicodrama de Bill Clinton recorriendo el país charlando sobre sus vidas paralelas?

¿Y cómo puede Kerry superar la línea de conspiración llena de suspenso de esta Casa Blanca, la cual regularmente realiza giros cerrados? Apenas la semana pasada, la entrega de la soberanía de Irak sucedió dos días antes de lo esperado.

También están las sorpresas manufacturadas, como el misterioso viaje del Día de Acción de Gracias de Bush a Bagdad, que le atrajo elogios aún de los demócratas. (La bonanza de relaciones públicas fracasó después que la prensa informó que Bush había posado con un pavo delicioso, pero falso.)

Dado que su selección para la vicepresidencia podría parecer un poco aburrida al lado de estos acontecimientos mayores, Kerry pudiera elegir no competir y mejor presentarse como el puerto tranquilo en la tormenta, y esperar que un electorado agotado lo vea como un refugio.

Decida lo que decida, Kerry tiene que calibrar entre seleccionar a un personaje anodino y provocar una sorpresa tan impactante que su selección pudiera parecer arriesgada. Tiene que ser audaz, pero no demasiado audaz.

A riesgo de parecer tontos dejando fuera a la persona que Kerry realmente seleccione, consideremos un muestreo de las posibilidades: la selección de Kerry pudiera ser el representante Dick Gephardt de Missouri o el gobernador Tom Vilsack de Iowa, cuyos nombres siguen apareciendo en las breves listas de los expertos. Ambos son políticos sólidos y experimentados, pero, para ponerlo amablemente, Gephardt nunca ha sido acusado de ser un orador persuasivo y las perspectivas de Vilsack han confundido a muchos políticos de la Costa Este.

«Un político quiere llegar a los votantes como espontáneo pero no arriesgado», dijo Dan Schnur, estratega republicano. «Si Kerry sorprende a la nación designando a Dick Gephardt o a Tom Vilsack, será una sorpresa segura».

¿Pero la seguridad es lo bastante excitante? El juvenil Edwards tiene brío, pero ¿el público detectaría que el nivel de comodidad de Kerry con él no es particularmente alto?

Hay otros que podrían ser mayores sorpresas aunque no exactamente impactantes porque no han sido mencionados tanto, como los senadores Richard Durbin de Illinois o Joseph Biden de Delaware. ¿Qué hay de William Cohen, un republicano que fue secretario de defensa del Presidente Bill Clinton?

Luego están los que pondrían todo de cabeza, desde McCain hasta Gore y Hillary Rodham Clinton. Patrick Caddell, encuestador del Presidente Jimmy Carter que ahora trabaja en televisión en Hollywood, dijo de la selección de Hillary Rodham Clinton: «Sería un gran golpe porque sería demasiado inesperado». (Si ella no está disponible, hay otras mujeres, como las senadoras Blanche Lincoln de Arkansas o Mary Landrieu de Louisiana.)

Otro que causaría conmoción, aaunque es incluso menos probable, sería el señor Clinton, quien, habiendo ya estudiado exhaustivamente los ángulos legales, dijo a CNN el otro día que «una lectura razonable» de la Enmienda 22 es que «un ex presidente no puede postularse para vicepresidente, de manera que pienso que eso no sucederá». (Notemos que no lo descartó.)

Debe haber otros nombres, en algún lugar, que de algún modo no han sido mencionados en la bulla en la televisión por cable y múltiples sitios de Web, cuando toda perspectiva es analizada y vuelta a analizar. Pero los desconocidos son también quienes no han soportado el proceso de revisión, y pueden terminar con la revelación de viejos secretos como, digamos, documentos de divorcio no sellados.

De hecho, las sorpresas más dramáticas son inherentemente las más riesgosas, y a menudo son intentadas por políticos que están desesperados. Cuando algunos de los colaboradores de Kerry dijeron a principios de este año que probablemente anunciarían a su compañero de fórmula a mediados de junio, podría ser porque estaban preocupados por la campaña y necesitaban inyectarle algo de energía. El hecho de que hubieran regresado al cronograma más tradicional podría significar que no están tan preocupados (o, simplemente, que Kerry no puede tomar una decisión.)

El problema para los candidatos es que seleccionar a un compañero de fórmula es una decisión política pero los candidatos no quieren parecer desnudamente políticos. La decisión de Bob Dole en 1996 de renunciar al Senado, donde era el líder republicano, le dio impulso (aunque efímero) porque dejó a la gente sin dudas de que sus aspiraciones para la Casa Blanca eran serias.

Aunque hizo historia seleccionando a la primera mujer como compañera de fórmula en 1984, la decisión de Walter F. Mondale de salir en una cita a ciegas con Geraldine Ferraro terminó pareciendo mal concebida cuando la campaña se hundió en las controversias sobre las finanzas de la familia Ferraro.

En 1988, George Bush padre estaba tan decidido a mantener su selección de Dan Quayle en secreto que no lo dijo a sus colaboradores más cercanos. Esperaba que fuera un éxito: un político joven que atraería el apoyo de las mujeres. La selección no ayudó a Bush, empezando con el escrutinio casi inmediato del historial de Quayle en la Guardia Nacional.

Al seleccionar a Dick Cheney en el 2000, George W. Bush optó no por el resplandor sino por la solidez, un signo de que confiaba en que ganaría la Casa Blanca y quería tranquilizar a los votantes no con carisma sino con alguien con experiencia de gobierno.

Incluso entonces, Bush podría haber estado consciente de que elegir a alquien que cause sensación no es tan fácil como era antes. Hoy, suena raro que en 1932, Franklin D. Roosevelt se anotó un punto en relaciones públicas cuando tomó un avión de tres motores en el viaje de siete horas de Albany a Chicago y llegó a la Convención Nacional Demócrata justo a tiempo para aceptar la candidatura presidencial, algo que un candidato nunca antes había hecho. Algunos de sus colaboradores dijeron entonces que al hacer este vuelo, Roosevelt demostró que podía manejar las tensiones de la Casa Blanca.

Una razón, quizá, de que Kerry no debiera incluso intentar igualar a los republicanos en el departamento de la intrepidez es que Bush tiene la última carta de triunfo. Después de todo, Bush siempre pudiera descartar a Cheney. ¿Qué tal un vicepresidente Powell? ¿O incluso un vicepresidente McCain?

¿Improbable? Altamente.

¿Imposible? No.

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