EFE reportajes
El mercado del arte está inmerso en una burbuja que no ha parado de crecer en los últimos años. Y esta burbuja es mayor si nos referimos al arte contemporáneo ya que las obras de arte clásicas están teniendo menor aceptación en las subastas, debido principalmente al alto precio de las piezas.
En los últimos días, una galería estadounidense adquirió en una subasta celebrada en la casa Bonhams, en Londres, un retrato inédito atribuido al pintor español Diego Velázquez por más de 5 millones de euros, mientras que la obra de Francisco de Goya El retrato de Juan López Robredo no encontró comprador en la sala Christie’s.
En opinión del escritor Vikram Mansharami, autor de Boombustology (Estallido de la burbuja), los periodos de subastas récord suponen un síntoma de exceso de confianza y arrogancia, pero también pueden reflejar cómo las casas de subastas influyen para conseguir presentar el arte como una inversión segura en tiempos de crisis.
Aunque desde que hace ya unos años algunos auguraran el ajuste del sector, el boom del arte continúa y las ventas de arte pop, contemporáneo y de posguerra de las principales casas de subastas celebradas en noviembre en Nueva York representaron ingresos por unos 650 millones de dólares.
Con récords mundiales de artistas como Roy Lichtenstein, Paul McCarthy, Charles Ray o Louise Bourgeois, la sala Cristie’s logró unas ventas de 326 millones de dólares, vendiéndose el 90 por ciento de los lotes ofrecidos.
Su vecina Sotheby’s logró el mismo mes, también en Nueva York, superar la cifra más alta registrada en una venta de arte contemporáneo, lograda en 2008, totalizando unas ventas de 316 millones de dólares. Solo en una sesión obtuvo 114,4 millones de dólares, prácticamente el doble de su estimación inicial, por cuatro piezas del expresionista Clyfford Still.
En sus ventas de arte impresionista y moderno, Sotheby’s recaudó casi 176 millones de euros. Entre sus ventas destacó Litzlberg am Atterse del pintor austríaco Gustav Klimt que se vendió por 36 millones de euros. Las subastas de Londres siguen la misma tónica con ventas como la del icónico cuadro Picadilly Circus, London, del inglés Stephen Lowry que alcanzó un precio de 8,6 millones de dólares, en una subasta celebrada en Christie’s.
Arte latinoamericano. La fuerza del mercado internacional y el empuje cada vez mayor de las obras de arte latinoamericano es patente. La obra Rodajas de sandía, del pintor mexicano Rufino Tamayo, se vendió por 2 millones de dólares durante una puja de arte latinoamericano que celebró en noviembre la casa de subastas Sotheby’s en Nueva York. El lienzo pintado en 1950, pertenecía a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Por su parte, la escultura Bailarines, del artista colombiano Fernando Botero alcanzó 1,6 millones de dólares, convirtiéndose en la gran protagonista de la subasta de arte latinoamericano de otoño de Christie’s, en la que se vendieron obras por un total de 15,2 millones de dólares.
El pintor Miguel Barceló se convirtió en junio en el artista español vivo más cotizado en subasta al adjudicarse su obra Faena de muleta (1990) por más de 5,7 millones de dólares. Hasta entonces el más cotizado era Antonio López (1936), cuya obra Madrid desde Torres Blancas se vendió en la misma casa londinense en el 2008 por 2,1 millones dólares.
La fotografía no esta ajena a este boom. Una instantánea panorámica del río Rin del alemán Andreas Gursky se convirtió en la fotografía más cara jamás subastada al venderse por 4,3 millones de dólares durante una puja de Christie’s en Nueva York.
Coleccionistas de mitos. Pero no solo el mundo del arte genera estos precios. Las subastas son seguidas también por coleccionistas mitómanos que están dispuestos a pagar altas cifras por lograr objetos que pertenecieron a sus ídolos, ya sea musicales, cinematográficos o de otro tipo.