Las telas pueden hacer la diferencia
al decorar

Las telas pueden hacer la diferencia <BR>al decorar

Una casa está llena de detalles que la hacen única. Cada rincón, cada mueble y cada estancia poseen la esencia de la personalidad del que habita la vivienda. Son muchos los aspectos que hay que considerar antes de adquirir objetos decorativos tan fundamentales como el mobiliario o los aparatos de iluminación. Es importante combinar diferentes alternativas hasta crear un entorno acorde al gusto de la persona.

Es muy conocida la expresión que reza que hasta que una casa no tiene cortinas, no está completa. Y es que los tejidos son el traje de etiqueta de cualquier hogar. El abanico de textiles al que actualmente se puede tener acceso en las tiendas de decoración es de una variedad casi innumerable. Si bien es cierto que existen fibras de calidad que permanecen impasibles a las tendencias, también  hoy se dispone de otros materiales modernos a los que se les unen magníficas propiedades.

El desconocimiento de la composición y de las características de los tejidos suele traer de cabeza a un novato en decoración. Determinadas fibras pueden resultar a primera vista perfectas para la confección de unas cortinas o para el tapizado de un sofá. Sin embargo, son numerosos los casos en los que la elección no ha sido la adecuada.

En primer lugar, es importante diferenciar correctamente el uso de cada tejido. Por un lado, existen telas específicas para la creación de visillos y cortinas. Estos elementos decorativos son el particular ‘vestido’ de la casa y, por norma general, suelen pesar poco para un manejo más cómodo.

Las cortinas suelen estar realizadas en telas de probada resistencia pero, al mismo tiempo, de tacto fino. Son telas que se caracterizan por tener una caída más ligera y liviana, dibujando ondas y aportando un aire etéreo y vaporoso.

Los visillos se confeccionan en tejidos transparentes para que la luz pueda traspasar la ventana. Los tejidos opacos obligan a correr las cortinas para poder llenar de luz natural las estancias, mientras que los materiales livianos dejan pasar los rayos del sol y, además, preservan la intimidad. Dos de los tejidos estrella para esta función son el hilo y el lino.

Existen algunas personas  que haciendo gala de su poder adquisitivo apuestan por la tela más cara, como la elegante seda. Sin embargo, no es necesario desembolsar una gran cantidad monetaria, ya que en el mercado actualmente se ofertan otras fibras similares como el rayón o el tafetán.

Por su parte, el lino es más rígido que el hilo por lo que, éste último ‘cae’ más pesadamente.

TAPICERÍAS

Si con las cortinas y visillos se busca telas finas que aporten ligereza, con los tejidos de las tapicerías lo que se pretende es vestir de resistencia a los elementos que van a ser tapizados. La tapicería de butacas, sofás, sillas, sillones, cabeceros o cojines estará continuamente sometida al paso de diferentes personas mientras que las cortinas sólo son removidas un par de veces al día; por eso hay que elegir telas gruesas, con un tinte sólido, resistentes al roce, preferiblemente lavables y, como se dice popularmente, más ‘sufridas’.

El “jacquard” es la tela para tapizar más tradicional puesto que, desde siempre, ha demostrado su gran adaptabilidad y resistencia. El “jacquard” es una opción segura. Otras telas muy empleadas en el arte del tapizado son el otomán, el alcántara, la loneta o el piqué. Por otro lado, el algodón o la mezcla de éste con otros sintéticos está teniendo hoy en día un gran empuje dentro del tapizado. También se puede elegir para tapizar pequeñas piezas la chenilla o el terciopelo, pero habrá que estar más pendiente de su cuidado.

LOS COLORES DE LAS TELAS

Además del material, otro de los aspectos que hay que cuidar a la hora de seleccionar las telas será su tonalidad. De todos es conocida la fuerza del color y su lenguaje. Dependiendo de la gama tonal que se elige, el ambiente se dotará de unas connotaciones u otras. Los colores se organizan en dos grandes grupos: los fríos y los calientes. Todo lo que apunte al azul estará colocado en el saco de los fríos mientras que los cercanos al rojo, estarán en los calientes.

Cuanto más claras sean las telas mayor será la sensación de luminosidad. Es por eso que los visillos suelen acercarse a los amarillos tenues o al beige, pero también se puede optar por azules, verdes, grises, naranjas o rosas, siempre que estén desaturados y dejen pasar la luz. Para crear contraste, nada mejor que elegir un sillón con un estampado llamativo de cuadrados o motivos florales. Pero se puede hacer lo contrario: elegir unas cortinas de tonos vivos o con bordados, pero de material vaporoso y tapizar los sofás con una tela gruesa pero de un solo color.

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