Las telefónicas bajo acoso

Las telefónicas bajo acoso

El sector telecomunicaciones está entre los de más vertiginoso crecimiento, con aporte al PIB  altamente significativo y en constante expansión y diversificación.

Pero las empresas telefónicas viven bajo acoso de impuestos y regulaciones municipales  irracionales y los robos de alambres y combustibles.  De ello han dado testimonio Oscar Peña y Jenny Abreu, presidente y gerente de Comunicaciones de Claro; Jean Marc Harion y Eduardo Valcácer, presidente y vicepresidente de Comunicaciones de Orange; Marc Rocher y Liza Arzeno, ejecutivo de Operaciones y relacionista de Tricom, y  Cynthia Joa, asesora legal de Viva. Fueron los invitados del almuerzo semanal del Grupo de Comunicación Corripio.

 Por un lado, los ayuntamientos gravan de manera caprichosa las instalaciones de antenas y otros equipos, y ponen reglas arbitrarias sobre los lugares en que se permite instalarlas. Por otro lado, los robos de alambre se han intensificado, a pesar de una disposición que prohíbe las exportaciones de metales. Y es apreciable la cantidad de gasoil que gente armada sustrae de las estaciones remotas y repetidoras que las telefónicas tienen diseminadas por todo el país.

Es necesario mejorar, en sentido general, el ambiente en torno al trabajo que desempeñan estas empresas que tanto aportan al crecimiento económico y desarrollo tecnológico del país.

Información que falta en el AILA

En las paredes del Aeropuerto Internacional de las Américas (AILA), en lugar visible, es preciso colocar letreros que adviertan a los viajeros que lleguen al país sobre la posibilidad de ser asaltados por malhechores que los seguirían desde la misma terminal.

La ironía se nos ocurre por la frecuencia conque se cometen asaltos y robos  contra viajeros que se movilizan desde el AILA hacia sus lugares de destino. Una frecuencia que se explica por la relativa libertad conque se mueven los delincuentes en el aeropuerto y la facilidad conque logran salir de la cárcel y reincidir en sus actividades.

Los ciudadanos merecen que la seguridad contra actos delictivos sea mejorada en sentido general y en torno al AILA de manera particular. La frecuencia de despojos de bienes  contra gente que sale de la terminal deja mal parados los mecanismos de prevención.

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