Cada primera semana del mes de diciembre, desde hace más de 30 años y cuando muchos de nosotros éramos apenas unos muchachos, se celebra un encuentro de jóvenes de la época, que vivieron e incidieron notablemente en el popular sector de Villa Juana y barrios aledaños.
La idea fue del doctor Julio Samuel Sierra (Jimmy), un brillante profesional abogado, catedrático universitario, cineasta, político, historiador y, más que todo eso, amigo incondicional de sus amigos a quienes ha tratado de mantener unidos durante ese trayecto a pesar del tiempo, la distancia y las canas.
Ya para entonces, Jimmy y sus amigos habíamos fundado varias entidades de carácter social y cultural que devinieron en, por ejemplo, el Club Estudiantil de Jóvenes Amantes de la Cultura CEJAC y, luego, el Club Deportivo y Cultural Mauricio Báez que me honré fundar, junto a un grupo de amigos del barrio, el 11 de septiembre de 1963. Fui su primer presidente.
El CEJAC fue creado el primero de enero del 1962, al que pertenecieron, además de Jimmy, su fundador, Andrés L. Mateo, Ramón E. Colombo, Rafael Reyes Jerez, Julio A. Suárez, César Pina, Norberto Santana, Bolívar Vargas, Luis Reyes Acosta, Félix Brito, Pedro Caro, Ulises Rutinel, César Pérez, Eduardo Oller, Diógenes Céspedes, Frank Fuente, Tomás Montás, Victor Melo Báez, Luis Fernández, Adriano de la Cruz, Teófilo Rodríguez, Danilo Aquino, Aridio García de León, Bienvenido de la Cruz, Bienvenido Rojas, Braulio Marte, Nelly Doñé, Leo Corporán y otros
Siempre se ha dicho que los tiempos pasados fueron mejores y, si no, que se lo pregunten a aquellos a quienes el destino nos ubicó en un barrio que, en aquel entonces, tenía las calles de tierra, nadie anidaba malicias y el norte inmediato era disfrutar sanamente la vida.
Güibia, la antigua playa símbolo de la capital, estaba a varias cuadras hacia el sur con sus finas y blancas arenas, sus dos plataformas para clavados y la multitud que se daba cita cada domingo en ese lugar. Y, un poco más arriba, el aeropuerto General Andrews, donde íbamos a soñar con ser pilotos. Como monstruos, nos observaban las sobrantes fortalezas del aire de la II guerra mundial.
Juanico, el maestro de la escuelita hogar, iba y venía por el barrio con César, mi hermano, su alumno estrella, quien recitaba de memoria el libro de Mantilla y todas las clases, buscando casa por casa nuevos alumnos para su escuela y convencer a los padres sobre la conveniencia de inscribirlos en su escuela ah, eso sí, debían llevar sus sillitas.
Originalmente, las tertulias se iniciaron en la casa de Adriano de la Cruz, en la calle Francisco Villaespesa número 126, después nos trasladamos a la residencia de los hermanos Amor, Rolando y Miguel, en la 23 No.65, luego al restaurante Safari Motors, de la Kennedy, más luego al Club Paraíso, el Club de la UASD, la finca de los hermanos Gómez y la casa campestre de César Pérez.
En los encuentros se funcionaba como una logia medieval. No se permitía la asistencia de mujeres porque, originalmente, los muchachos caían en conversaciones sobre las muchachas y algunos rememoraban sus travesuras de la juventud. Eso ha cambiado desde hace varios años, mucho antes de la cuota -en teoría- acordada a las mujeres, por los partidos políticos del patio nacional.
Bueno, pero y ¿cuáles temas se tratan en las tertulias? De todo, desde política y políticos hasta temas históricos, deportivos y culturales, del país y los recuerdos de los tiempos de nuestra niñez y juventud. A veces, como es natural, las discusiones entran en determinado momento que hacen posible la intervención del réferi (árbitro), Jimmy. Todo, como en la pelota, vuelve a su cauce, y el juego continúa.
Un hecho anecdótico, curioso, propio de la llamada Guerra Fría, sucedió en el año 1994, cuando Leonel Fernández había sido seleccionado candidato a la vicepresidencia de la República acompañando al profesor Juan Bosch, y nosotros estábamos reunidos en una de las viviendas en la cual nos juntábamos para estos encuentros.
Sucede que al lugar llegó Pablo Maríñez, uno de los contertulios de los encuentros y preguntó por Leonel. Al ver que no se encontraba, le pidió a Jimmy que lo mandara a buscar pero, una excusa llegó por respuesta. Fernández no podía ir porque se tenían informes de que esa casa era visitada por algunas personas ligadas a problemas mayores de ese tiempo. Comprobado el caso, jamás nos reunimos en ese lugar.
Leonel, ya siendo Presidente, ha asistido en varias ocasiones a esos encuentros y la pasa, según ha dicho, bastante entretenido, recordando y departiendo con viejos amigos a los que, a pesar de sus grandes compromisos, distingue y aprecia, recordando los tiempos de aprensiones y las etapas en que la juventud era un hermoso momento que había que disfrutarlo.
Don Jaime Crique, el abuelo de Dian Peña, Manengo, Alfonso, Manuel, el viejo Siá, Choco, Negrito, Meco, Manuelcito, Ñaño, Savery, el doctor Ruffín, Ernesto, el doctor Rojas, Domingo de los Santos la Guinea, Boronoso, Cuchito, Niñito, Polín, El Embudo, Luis Segura, don Juan Heredia, y otros tantos, habían pasado como una bella imagen que recrea nuestras mentes y fortalece nuestros espíritus. ¡Cuantos recuerdos!
Chubby Cheker entonaba su LetsTwist Again en el número B-12 de la vellonera del colmado El Manguito mientras Maritzo, quien más tarde fallecería en un accidente de tránsito en N.Y., se destornillaba contorneándose, dando brincos y pegando las rodillas al suelo. Mientras, en el L-17 entraba nada más y nada menos que Bill Haley y su rock Around The Clock. Presley, a pesar de su I,ll Remenber You, no gustaba mucho porque parecía medio raro oh, The Platers, y Only You y The Beatles con su Help!
Avanzando el tiempo, Davicito realizaba su recorrido en bicicleta, llevando en la barra a su primo Leonel, el mismo que luego sería tres veces Presidente de la República, no sin antes hacer una parada por muchas de las casas de sus amigos a quienes saludaba y luego continuaba el recorrido hasta el Colegio Cristóbal Colón, donde ambos estudiaban y donde luego Leonel daría clases de inglés para luego ir al Colegio Nóbel y La Trinitaria, de Bolívar Sierra, hasta la UASD.
Pasaban los años Mao gobierna La China, estalla la guerra de Corea, muere María Montez, fallece Américo Lugo. Negro Trujillo, presidente, llega la televisión al país, inauguran La Feria de la Paz, secuestran a Galíndez, muere Einstein, comienza el tenebroso SIM, arranca la batida contra opositores a Trujillo. Asesinan a Marrero Aristy, Fidel triunfa, llegan guerrillas 59, estremece vil asesinato de las Mirabal
Ciudad Nueva se baña de heroísmo cuando sus muchachos batallan en la calle Espaillat contra los remanentes del trujillismo. Más tarde repetirían ese gesto combatiendo a las tropas interventoras de abril del 65. Sus pocas cuadras se convirtieron en la tumba de los intrusos que quisieron mancillar nuestra soberanía.
Güigüí, en San Antón; Aguasanta, Chico Pérez y Cholo Suero, en San Lázaro; Tommy Fernández, en Wichita; Reyes Jerez, Leo Corporán, Carrasco y Doñé, en el Mauricio Báez; Eddy Díaz, Rafael G. Santana y Carlos Nina Gómez, en San Carlos y Domingo Batista en Guachupita constituían el ejército de los grandes mariscales deportivos que fueron Wiche, Ripley y Virgilio Travieso Soto.
En ese ambiente crecimos los jóvenes de aquella época del sector de Villa Juana y barrios vecinos. No todo era color de rosa, había un compromiso social y de ello era testigo la pequeña pared que había en la Máximo Gómez con Mauricio Báez. El SIM, en una sola noche desapareció a 16 jóvenes, desde la María Montez a la Alexander Fleming, entre ellos a nuestro inolvidable Nelson Escoto Peralta, de 15 años.
Mientras, en el barrio, comenzaron a desarrollarse los centros de prostitución. Vinieron mujeres desde Cuba y otras islas a ejercer el oficio. En las velloneras ahora se escuchaba a Leo Marini, Panchito Riset, Daniel Santos, dos gardenias para tí, Raúl Show Moreno, cuando tú me quieras, Javier Solís y su vendaval sin rumbo. Alonso Perry, el gigante azul, se mudó en el barrio.
Era, entonces, el momento de poner toda nuestra energía para protegernos de tantas cosas feas y no santas que se observaban en el horizonte y, por lo tanto, había que organizarse y luchar. Tomaron fuerzas los clubes deportivos y culturales, había que ingresar a los grupos de las izquierdas y echar el pleito junto a los demás sectores progresistas que aspiraban a sacudirse de Trujillo y sus rémoras, ¡sin borrón ni cuentas nuevas!
Ha pasado mucho tiempo del inicio de las Tertulias de Diciembre de Jimmy Sierra y Sus Amigos y, aunque muchos ya vamos acompañados de nuestros nietos, -quienes a su vez de seguro continuarán esos encuentros con sus amigos- mantenemos siempre en alto el sagrado vínculo de amistad y la hermandad que ha permanecido entre nosotros hasta el día de hoy, apegados a los principios que dieron origen a estos encuentros de verdaderos y leales amigos.