Las trampas de la economía

Las trampas de la economía

POR JOSÉ LUIS ALEMÁN S.J.
Si como dijo Octavio Paz hay trampas de la Fe también las hay de la Economía. En uno y en otro caso equivale cada trampa a una nueva encrucijada del camino, cada encrucijada presenta un nuevo rumbo que invita a dejar el sendero tradicional y a los nuevos rumbos les cuelgan los cancerberos de la especialidad la etiqueta de herejía, de trampa contra la manera “única” de vivir y de pensar correctamente.

Paz se refirió a las trampas de la Fe experimentadas y exhibidas sin embozos por la intrépida y semi-mundana Sor Inés de la Cruz, iniciadora sin seguidores de una vida enclaustrada dividida y porosa a las realidades de amores mundanos unos, divinos otros. Por eso fue poetisa admirada por las elites de la buena aunque dudosa vida, temida por los correctos y victoreada por el pueblo mexicano tan creyente como lépero.

La Economía como construcción teórica invita hoy a sus cultores, profesionales o aficionados, a aventurarse por rumbos distintos. Aunque así ha sido siempre no me parece exagerado reconocer que ahora, cuandomás se la celebra, las invitaciones a pensar distinto son de tal radicalidad que se asemejan más a trampas contra la ortodoxia que a ponderadas invitaciones a cautelosos paseos por nuevos pero vigilados ramales.

 Quizás no esté de más desenmascarar esas trampas, dirán sus celadores, desnudar sus encantos en busca de nuevos horizontes, argüirán los innovadores. Dejando de lado trampas metodológicas inquisitoriales, exploremos horizontes nuevos o simplemente más dilatados.

1. Primera Trampa ¿Ciencia Social o Caja de Herramientas?

a) Hasta los 1970 la visión dominante de la Economía la colocaba entre las ciencias sociales y le asignaba su campo de estudio: lo que Marx llamaba “necesidades materiales” para distinguirlas de las jurídicas, morales y religiosas. En el proceso de comprender cómo se satisfacen las primeras de manera repetida y predecible -la estructura social- se forman las instituciones jurídicas, morales y religiosas, la superestructura de la sociedad. Existían entonces áreas sociales diversas y una de ellas era objeto específico de estudio en la Economía.

 En su estudio de las “necesidades materiales” desarrollaron los economistas una serie de instrumentos estadísticos unos lógicos otros técnicos que arrojan mucha luz sobre cómo se debieran tomar -más que cómo se toman-decisiones óptimas: ley de oferta y demanda, elasticidades, análisis econométrico costos de oportunidad, costos de transacción, precios sombras, frontera de posibilidades, análisis marginal y matricial, etc. Estos instrumentos pueden aplicarse al estudio de las decisiones en muchas áreas no económicas (ejemplos famosos en Gary Becker: crimen, ley, educación, familia, polítología, sociología). Consecuencia: la Economía no es tanto el estudio de las necesidades materiales, sino “una caja de herramientas aplicables con ingeniosas modificaciones a casi todas las otras ciencias”.

 Nadie niega que la Economía muestra aún ambas dimensiones: la“objetiva” de lo “económico”, y la instrumental, pero sería poco sincero quien no reconociese que en los setenta y ochenta del siglo pasado la preparación del economista y su mismo ejercicio profesional insistía mucho más en las “herramientas” (sobre todo matemáticas, estadísticas, y econométricas). Al profano y al estudiante mismo de Economía ésta parecía más una rama de matemáticas aplicadas que una ciencia social.

 La primera consecuencia de esta sobre dimensionalidad instrumental se patentiza en la creciente dificultad del economista por darse a entender por personas de cierta cultura y con poder de decisión. La economía con su propio vocabulario es tan opaca al no especialista como la física de neutrinos.

El abandono del estudio de la sociedad y de su historia tiene una segunda consecuencia: la intrascendencia de una economía que no acaba de acomodarsea la realidad social y que pide que sea la sociedad la que se acomode a ella. Una pretensión tan extravagante conduce a políticas utópicas y no sólo populistas. Los “estadistas”, los que toman decisiones de Estado, logran a veces dominar el vocabulario económico pero generalmente prestan poca atención a recomendaciones de los “técnicos”excepto cuando refuerzan sus preferencias y son digeribles por la sociedad. Lo mucho bueno con que la Economía podría contribuir a mejores políticas no encuentra oídos entre los dirigentes no por difícil sino por ilusa.

 La instrumentalidad casi monopoliza la formación del economista en las universidades. El efecto es bastante claro: notabilísima sofisticación técnico-matemática, desinterés por la sociedad (¡no necesariamente por la persona!), primitivismo intelectual y analfabetismo histórico. Diría que queremos formar técnicos econometristas que ofrezcan a los gerentes públicos y privados estadísticas del pasado y proyecciones del futuro basadas en VARs (incluso sin teoría y sin justificaciones explícitas), lo que es justo y necesario, y que renunciamos explícitamente al diseño de nuevas sociedades, algo penoso y condenable.

b)Una parte fundamental de la alienación social de la Economía debemos colocarla en un supuesto conductual que también es normativo: el actor económico toma decisiones individuales orientadas a maximizar su utilidad o su rentabilidad. Buchanan no niega que en muchos casos la conducta humana sea así, tan automática y utilitarista como la de un ratón frente al queso, pero en muchos casos es creativa y siempre está codeterminada por instituciones sociales, morales, religiosas y hasta políticas. Obviamente en este mundo de la realidad la acción humana es menos predecible y su estudio tiene que decir algo sobre creencias, ideologías y normas. Sobre todo en las decisiones de política económica pública hay que moverse de un modelo ahorrativo de variables en el que “supuestos simples hacen el trabajo a otros en los cuales la mayor parte del trabajo se hace tratando de reconocer las especificaciones institucionales en las cuales interactúan los sujetos” (Boettke y Coiné, The Economic Journal, 2006,p. 308)

 La Economía post Buchanan se mueve en dirección a la economía política y se aleja del modelo simple neoclásico que teóricamente construye modelos economicistas que después trata de comprobar actualmente por medio de la econometría. Curiosamente aunque Buchanan tiene fama de conservador y hasta imperialista, Sen confiesa que “ha hecho más que la mayor parte de los economistas para introducir la ética, el pensamiento político legale incluso el pensamiento social en Economía”.

El fundamento del modo de pensar de Buchanan es la distinción entre “Política” (politics) y “políticas” (policies). La Política versa sobre las reglas del juego, las políticas sobre las estrategias que emplean los jugadores en un contexto determinado de reglas. Inquirir sobre cuáles reglas son “buenas” pertenece al dominio de la filosofía social (la ética) y el de las estrategias al de la economía. La interacción entre reglas y estrategias constituye lo que Buchanan denomina “economía política constitucional”. De hecho el tema recurrente en los últimos grandes premios Nobel: Buchanan, Coase, Hayeck, North y Vernon Smith, es el de cómo las reglas de juego y su cumplimiento influyen decisivamente en el juego social de la vida. ¿Cómo emprender su estudio?

2. Segunda Trampa: ¿Manos limpias o Manos Sucias?

a)Después de Galileo, Newton y Descartes el estudio de la realidad arranca de su conocimiento experimental. En su período inicial el conocimiento experimental científico se logra única y exclusivamente con el experimento sistemático y continuo de laboratorio en las llamadas ciencias naturales y con la observación en las ciencias sociales y en las humanas. Sobre ellas el científico trata de dar sentido a las observaciones, de cuestionar interpretaciones pasadas y de proponer nuevas teorías. La inteligencia humana sin duda precedió, acompañó y adelantó la construcción de la realidad, pero mientras que no se aplicó a observaciones de la realidad y no se cuestionaron sus interpretaciones la ciencia no alcanzó un nivel “científico” de conocimientos cada vez menos inexactos aunque parió portentos intelectuales y matemáticos como la cosmología y la física aristotélica o tolomaica.

La Economía es una ciencia (¿lo es?) con origen y desarrollo distintos. Arrancó, por supuesto, de la observación penetrante pero no sistemática ni continua de personas de gran perspicacia y cultura-Aristóteles, Quesnay o Adam Smith por ejemplo- que propusieron fecundas interpretaciones de las que se dedujeron conclusiones lógicas que parecían evidentes. Posteriormente esas conclusiones lógicas han sido sometidas apruebas econométricas sobre datos levantados para fines muy diversos. Curiosamente hasta la llegada no muy exitosa de la economía experimental la economía ha mostrado un sorprendente desprecio a la observación directa de los hechos. Tan segura estaba de la validez de sus conclusiones que se entretuvo en demostrarlos sólo a posteriori sobre observaciones hechas por otros. A diferencia de su modelo ideal, la física, apenas se cultiva la estadística levantada con las manos propias para los fines que uno busca: explorar decisiones económicas. La “econofísica” no ha prosperado.

b) Trabajar intelectualmente en laboratorios o en observaciones recibe el nombre de “trabajo sucio”. El trabajo limpio es mental. La Teoría Económica es la ciencia más limpia que existe aunque sus resultados sean con frecuencia bastante “sucios” o sea poco conducentes a los fines sociales pretendidos. Por eso se comprende el auge de la “economía institucional”, del “desarrollo humano” o de la microeconomía coasiana de los “costos de transacción”. Todas ellas abogan por una economía con un peso creciente de sucio trabajo empírico. Conviene precisar mejor el método limpio y el método sucio.

El método de trabajo limpio en economía se caracteriza por reducir al mínimo razonable las variables en juego con la finalidad de captar lo que hay de universal en toda acción humana. El ideal es un modelo sencillo y transparente que cumpla pasablemente la restricción de universalidad y que pueda ser aceptado o rechazado econométricamente. Descartes sería feliz con este tipo claro y distinto de raciocinio.

Si el trabajo limpio propio de la economía neoclásica cultiva la universalidad, el “sucio” busca la especificidad. Por supuesto como hay tonalidades de “limpieza” las hay de “suciedad”: viejo problema taxonómico porfiriano de género y especie. En las ciencias sociales hay métodos más “sucios”, como la antropología y la politología institucional, que intentan llegar hasta la individualidad de las acciones o instituciones, y métodos “menos sucios”, observaciones alrededor de tópicos frecuentes que se sitúan entre el género y el individuo. Formas típicas de métodos sucios aceptables para la Economía son la narrativa analítica y la economía política.

3. Tercera trampa: ¿Ontología o Normativa?

Por supuesto no entendemos por Normativa una Moral Filosófica válida a priori para todos los casos ni por Ontología una exploración metafísica que profundiza en las causas últimas de la realidad. La aceptación de la observación metodológica nos saca de la circulación de la pura Filosofía. La “opacidad” de toda realidad social y su variabilidad histórica cuestionan irremediablemente todo esfuerzo inductivo por llegar a realidades últimas. Más bien hablamos de la búsqueda de reglas de juego buenas para un contexto particular y dentro de élla identificación de las características más llamativas de la conducta humana.

Giles, economista del Financial Times de Londres, al resumir su juicio sobre las actividades de la Conferencia Anual de la Royal Economic Society de Abril, 2006 recalca el alto nivel econométrico y hasta la buena selección social de temas en los informes de los participantes pero llega a tres conclusiones interesantes: a) los modelos están exquisitamente bien diseñados pero los resultados de su aplicación a los datos son frustrantes desde el punto de vista de su utilidad para la política económica. “el consenso general expresado fue que los modelos no son capaces de distinguir entre resultados originados por políticas económicas o por suerte”; b) se palpa falta de motivación coherente para investigar temas importantes de la realidad que faciliten su ataque por la política económica, y que sobra pedantería metodológica; c) que aun recomendaciones políticas teóricamente muy equilibradas han producido consecuencias “espectacularmente equivocadas” debido a su complejidad administrativa. “Ahora, si alguna vez, fue necesario investigar la utilidad de la simplicidad, pero he visto poco de ese esfuerzo. Fue triste”.

 La tendencia hacia una “ontología normativa” de la Economía resulta de falta de realismo y sobra de supuestos en gran parte de la investigación sobre la actividad humana económica. Esta “ontología” postula como remedio más investigación directa de la realidad. Sin duda la meta de esta investigación “sucia” es disminuir la brecha entre normas ideales de comportamiento humano presupuestas en la investigación y normas reales usadas por los actores económicos en un contexto específico. En el vocabulario de la economía institucional de Buchanan se trata de especificar las reglas de juego empleadas, condición para diseñar por política económica mejores reglas de comportamiento que permitan estrategias efectivas.

 El realismo requerido por la Economía Política exige, por una parte, experiencia directa de lo real, por otra parte sentido de la historia como “maestra de vida”. La antropología social, la economía narrativa, el estudio de las instituciones son modos distintos de investigar reglas de juego usadas en diversas subculturas. Mucho más difícil es ganar cierto sentido de cómo un pueblo ha creado o se ha adaptado a situaciones distintas. La historia, al parecer de Schumpeter, es vital para poder comprender el “sentido” el “para qué” y el “por qué” de hechos y conductas practicadas por un pueblo a lo largo del tiempo. Hasta por propia experiencia, su fracaso como Ministro de Finanzas en la Austria de la postguerra, 1920, comprendió el genial economista que el dominio de la teoría económica no bastaba para diseñar buenas políticas económicas; sin conocimiento de los poderes fácticos y del modo “austriaco” de atacar problemas sus planes fracasaron completamente. Entendió entonces que sin lo que el llamó “sociología económica” (algo así como antropología y sociología aplicadas a la economía), y sin “historia” no hay políticas económicas puramente técnicas que sean fructuosas. Tampoco la reconstrucción estadística de resultados pasados resuelve el problema. El problema científico y práctico no son tanto los resultados como las maneras de llegar a ellos.

Conclusión

Al releer este artículo caigo en la cuenta de que va dirigido a un auditorio pequeño, los economistas. Resulta que en realidad he expuesto mis preferencias sobre cómo me gusta que sea la Economía, Más no hay que decir.

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