¡Las tres calientes, Hipólito, las tres calientes!

¡Las tres calientes, Hipólito, las tres calientes!

Una de las grandes tareas que tendría por delante Hipólito Mejía para ayudar a combatir la pobreza, de ganar las elecciones, es la de resolver el grave problema alimenticio que padecen grandes segmentos poblacionales del país, que han visto reducirse “las tres calientes” a solo una y a veces a ninguna.

Y el problema no es solo las escasas veces que los pies se colocan debajo de la mesa, sino la pobre calidad de los alimentos, que no proveen las suficientes calorías, proteínas, vitaminas y minerales para el desarrollo equilibrado del ser humano.

Con mayor frecuencia se habla de casos extremos de familias que ofrecen a sus hijos como comida principal, o una ración de mango verde, o arepas de tierra, o arroz vacío,  o como dijo Margarita Cedeño, obviando los 12 años en el poder de su esposo, flores de piñón o cartón frito. Peor aún, el fogón, anafe o estufa apagados al medio día como expresión absoluta del hambre.

Ello explica la desnutrición, el aumento de las enfermedades ligadas a la pobreza y la reducción en los últimos años de la esperanza de vida del pueblo dominicano. Un pueblo hambriento es un caldo de cultivo para la inestabilidad y el desorden.

 Es necesario aplicar políticas públicas que le devuelvan la rentabilidad a los productores, hoy abatidos por las importaciones mafiosas prohijadas en el Palacio Nacional y en el Ministerio de Agricultura, que arruinan al productor nacional. Recapitalizar al Banco Agrícola, devolverle al Inespre su función de nivelador de los precios y hacer del Ministerio de Agricultura una entidad al servicio de la producción, son parte de las cosas necesarias. El turismo es un aliado del sector agropecuario y también debemos promover las cooperativas de invernaderos, con su cadena de frío. El gobierno tendría en sus manos la Tarjeta Solidaridad, el desayuno escolar, los planes sociales y los comedores económicos como instrumentos idóneos para fomentar el mercado agropecuario interno, subsidiando así a los más pobres.

Los trabajadores y empleados tendrían a su vez los mercados de productores sabatinos organizados por el INESPRE, para reducir el costo de la canasta familiar.

Debemos propiciar que la “bandera dominicana”, no continúe alejándose del paladar nuestro y se vuelva un lejano recuerdo, por lo que necesitamos ¡las tres calientes, Hipólito, las tres calientes!

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