Hoy 
PEDRO BLANDINO
Cuando se habla de deuda siempre se piensa en la deuda externa, que hace par de décadas no alcanzaba los cinco mil millones, y hoy en día pasa de varios miles de millones. La deuda externa de América Latina que todos sabemos debe ser minuciosamente revisada, condonada y repudiada. El pago por concepto de intereses sobrepasa o va más allá de lo que nuestros países invierten en sus programas sociales, específicamente para que se respeten los derechos humanos, el derecho a la salud, a la justicia, al medio ambiente, en general a una vida de mejor calidad y dignidad.
La gran mayoría de nuestros pueblos no saben que existen dos deudas más.
Una de estas tan antigua que se remonta a una época que nuestra América era sostenible, se respetaba la naturaleza. De esta deuda se puede encontrar documentación en archivo de indias: papeles, recibos y firmas que las avalan. Entre el año 1503 y 1660 llegaron a Europa 185 mil kilos de oro 16 millones de kilos de plata y millones de pies de maderas preciosas sustraídas la gran mayoría de América Latina y el Caribe. Si calcularan los valores de estas riquezas actualmente su valor sería superior al total de la deuda externa del continente.
La tercera deuda es la llamada ecológica. La gran mayoría de los expertos en la materia la definen de la siguiente manera: Es la acumulación por los países del norte (ricos) frente a los países del tercer mundo (pobres) por la sustracción de sus recursos, por los daños ambientales no reparados y la ocupación gratuita del espacio ambiental: mares, océanos; y espacio sideral: más allá de la atmósfera, para depositar sus residuos (gases en efecto invernadero, residuos tóxicos, atómicos y todo tipo de contaminantes).
El daño causado por los patrones de producción y consumo de los países industrializados. La disminución de los medios de subsistencia extensiva de recursos minerales, frutales, marinos y petroleros.
Los países de América Latina y especialmente los del Caribe deben crear una plataforma regional conjunta sobre estas deudas y por estos daños y pérdidas que plantean y justifican el reclamo de esta deuda ecológica y las otras dos.
