Y la primera P es préstamos: ¿Otros préstamos? El tercer miércoles del mes de octubre supe que el congreso aprobó dos préstamos, uno de 300 millones de dólares, y otro de 100 millones de dólares para la acción climática, para enfrentar el calentamiento global; además, otro tercer préstamo de 225 millones de dólares para mejorar la gobernanza y la sostenibilidad financiera en las Empresas Distribuidoras de Electricidad (Edes).Estamos hablando “que la mayoría” de los diputados aprobaron préstamos por una suma de US$625 millones para enfrentar apagones y el cambio climático. Esa suma no la asimila la mayoría del pueblo dominicano, simplemente porque son cifras que están fuera de las prácticas financieras de una población que no alcanza cubrir los gastos de la canasta alimenticia.
Para tener una idea más clara de esa cantidad en peso dominicano, nuestra moneda de curso legal, tratemos de visualizar esos 625 millones de dólares divididos en 158 municipios, a cada municipio le tocarían 10 millones de pesos cada mes por un período de dos años. Digo esto sólo para tener una representación panorámica de esa cifra que no es captada y pasa por desapercibida en la mayoría de la población dominicana. Ahora bien, sabemos que el Banco Mundial y el BID son organismos multilaterales y hacen sus ofertas financieras con metas muy especificas; también ellos exigen mucho control y rendición de cuenta. Sin embargo, en una cultura gubernamental como la nuestra, llena de botellas, de personas con posiciones y sueldos injustificados, donde una posición en el congreso cuesta millones de pesos, donde el Estado se confunde con el partido político, y donde nos han hecho creer que la corrupción es necesaria para gobernar y crecer. Donde somos expertos justificando los gastos públicos, en ese contexto esos 625 millones de dólares no generarán cambios que beneficien a las familias dominicanas.
Seguimos con la segunda P, prioridades: ¿Y cuáles deberían ser las prioridades? Nuestros problemas en la República Dominicana no son económicos, la situación económica es el resultado de una mala administración y una práctica basada en la corrupción. ¡Dios mío! Queremos tapar el sol con un dedo; sabemos muy bien, que no será posible ver resultados de esos préstamos cuando no trabajamos con las reales prioridades que afectan a cada familia dominicana. La llamada democracia representativa es muy débil, por no decir que no existe; lo que sí existe son las tribus partidarias, clanes, caciques y gangas disfrazadas de compasión. Es un “caos organizado”, un pozo de agua que sólo le queda la bomba para hacer ruidos soslayantes, pero seco, frío y sin agua; así es nuestra democracia. El sufragio funciona, pero sólo para obtener los beneficios de un grupo con una visión de Estado muy pobre y con miopía; votamos para que nos recompensen con un carguito que viene con sacos y fundas cargadas de amenazas. En ese contexo, explíquenme, ¿cómo funcionan los préstamos? A todo eso se le suma la falta de ley, el amiguismo, la virtud de vivir en pobreza. ¡Carajo! Nos gusta vivir sin agua, sin energía, sin dignidad, aplaudimos a los corruptos y de lejos con sentimientos mezclados, nos jactamos y nos traicionamos con la expresión: ¡Ese si sabe de política! Sabe porque se burló del sistema y nosotros lo aplaudimos. Claro, luego los desgarramos como se despedaza una flor marchita y débil.
Proseguimos con la tercera P, propuestas: Iré al grano. Está más que claro que nuestro problema de Estado es sistémico. La falta de integridad y de una ética brota de forma volcánica y erupciona todas las esferas dejando destrucción y desolación. Donde existimos muchos genios de la política hacer una propuesta es irrelevante. Se necesita más que una propuesta; necesitamos una propuesta lineal, constante, unificada y radical. Me explico, en un país donde los intereses son los que gobiernan y no las instituciones, crear propuestas y materializarlas es casi utópico; por tal razón, es necesario y urgente un real líder, que el pueblo se una a ese líder no de forma ciega. Debe existir una agenda que provoque un escenario de esperanza debido a un tipo de perestroika. Hay que buscar ese líder: ¡Ya existe! Sólo hay que descubrirlo. El pueblo debe despertar y entender que podemos vivir mejor. No es una utopía, es posible, todas las condiciones se han dado. Pero se necesita un líder, un tipo de Mijaíl Gorbachov, que saltó de su sistema a otro sistema y reformó su entorno creando una nueva estructura política y económica. ¿Quién sabe si sale un empresario respetado? Que esté dispuesto a perder su “reputación” y sus amistades para ganarse el respeto de todo un pueblo. La propuesta es un líder que encarne el descontento de un pueblo traicionado a través de la historia por líderes mediocres y sin percepción de la esencia del poder. Se necesita una propuesta que pare lo común, lo plebe, lo repetitivo. Se necesita un líder, con una propuesta y con un pueblo integrado por todos los sectores.
Y terminamos con la cuarta P. ¿Cómo es posible que se quería hacer una reforma fiscal para supuestamente vislumbrar un mejor futuro? Pero al mismo tiempo pidiendo y aceptando más préstamos que sólo provocarían más deudas e inflación para todos los sectores. La última P tiene que ver con estupidez, con tonterías, con cobardía. Ningún préstamo será exitoso en ese caldo de confusión. Cuando escuché a Elías Wessin Chávez, diputado, hablando en contra de esos préstamos, sentí un despertar, no vi partidos, no vi colores, sólo vi una verdad sacada a la luz. Sentí un dolor que luego se convirtió en este artículo. Un préstamo no funciona, no será fructífero cuando existe la cuarta P: La “pendejada” de un pueblo durmiendo frente a un congreso que funciona de forma desenfrenada y dirigido por el dios de la avaricia.