Las últimas horas de Gerardo Le Chevalier

Las últimas horas de Gerardo Le Chevalier

Han pasado 30 días desde aquella tarde jorobada y todavía pienso que tal vez Gerardo no está muerto na’, que esto es una broma, que él anda jugando al escondido en una callejuela de Petion Ville, como cuando uno era niño.

El destino muchas veces nos  baraja las cartas con trampa, porque Gerardo, de origen francés, había nacido en El Salvador, tierra de las erupciones volcánicas y los terremotos.A nosotros, los mulatos y negros insulares, nos habían enseñado cuando niños en las remotas escuelitas rurales, que en la mitad de América, desde el Río Bravo del Norte, hasta una zona llamada El Darién, la tierra hervía en sus profundidades.

“Estas no son tierras sísmicas ni volcánicas, queridos alumnos, así que no le teman a lo que ha pasado en un lugar llamado Managua, en la República de Nicaragua”, decía con seguridad profética el inolvidable profesor Elpidio Javier Tapia.

¡Oh mi Dios! Quién le diría a Gerardo que un extraño movimiento telúrico apagaría su voz y su sonrisa en una tarde hasta entonces tranquila del trópico insular.Tal vez fui la última persona en hablar por teléfono con él. Eran las 4:30 de la tarde cuando lo llamé a su oficina del edificio de Naciones Unidas, ubicado en el antiguo Hotel Cristophe, en la Rue Delancourt de la villa de Bourdon.

“!Oh Pastorcito de las ovejas, caray, que bonche te has dado en Santo Domingo en estas navidades, pero ya comenzó tu faena!”Gerardo estaba enamorado de esta isla. Un día me dijo que se sentía tan dominicano como yo. Había venido mucho por estos lares, primero como director regional del Instituto Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI). Fue nuestro amigo común, el salvadoreño Félix Ulloa, quien me lo presentó en Santo Domingo y de ahí entablamos una buena amistad.

Antiguo Dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Gerardo Le Chevalier era un hombre experimentado en la política, había sido diputado y Secretario de Prensa del Gobierno de José Napoleón Duarte (1984-1989). Siempre me consultaba sobre los últimos movimientos que daba la política tanto en Haití como en República Dominicana.

Unos años después el destino nos juntó en Puerto Príncipe, él como Jefe Político de la Misión para la Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSTAH) y yo como Ministro Consejero de la misión dominicana. Hay que imaginar la estrecha colaboración que nos prestamos ambos.Y vino ese día fatal.

Y dos días después, en medio de la confusión, llegó hasta mí su hermana Marie José, procedente de México, con sus ojos vidriosos, buscando una respuesta que yo no podía darle. En esos momentos comencé a querer más a mis hermanitas.

Ahora estoy en creer que de verdad la gente se despide cuando les están contadas las horas, porque Gerardo me dijo: “no andes tan rápido, pareces un corre camino, hay muchas cosas que debemos hablar.”

Después me dijo que me enviaría un correo electrónico sobre la última composición de los bloques políticos en Haití. Es un correo que no he querido abrir.

 Adicto al trabajo, me imagino que Gerardo estaba bien atareado cuando comenzó esa vaina espantosa que estremeció hasta los cielos de esta isla.

¿Cómo habrá pasado sus últimas horas? ¿Qué cosa habrá pensado Gerardo en esos momentos confusos?

Esta madrugada está lloviendo lentamente en Petion Ville y uno no sabe qué pasará con tantas personas desamparadas en las calles.

 Yo, después de otra noche de insomnio –porque al fin quién podrá dormir tranquilo en estos días? –pienso en Gerardo y en todos los amigos que he perdido en este cataclismo sin nombre ni apellido.

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