Las verdaderas razones que tuvo el COI para evitar la exclusión rusa de Río 2016

Las verdaderas razones que tuvo el COI para evitar la exclusión rusa de Río 2016

La determinante influencia del Estado ruso, una de las potencias históricas del deporte global, así como los grandes intereses políticos y económicos en boga, llevaron a los ejecutivos del Comité Olímpico Internacional (COI) el pasado domingo a tomar una decisión “salomónica,” al optar por no excluir a toda la delegación de esa nación de participar en los Juegos de Río 2016, ante un escandaloso caso de dopaje, desestimando la petición de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), y delegando a las federaciones deportivas la responsabilidad de decidir cuáles atletas están aptos para recibir autorización para competir.
La explicación del presidente del COI, el inglés Thomas Bach, para buscarle una salida al delicado impasse cuando apenas faltaban doce días para el máximo evento multideportivo, programado para efectuarse del 5 al 21 de agosto, fue una decisión difícil, pues tuvo matizada por una fuerte presión por diversas vías y una tórrida embestida a través de los medios de comunicación, con el agravante de que las acusaciones dejaban entrever la implicación del gobierno del presidente Vladimir Putin.
Sin embargo, en su decisión el COI dejó en claro que Rusia tendría prohibido contar en Río de Janeiro con atletas que hayan sido sancionados por dopaje, es decir, que las 27 federaciones internacionales deberán estudiar cada caso individual, que solo los atletas que se hayan mantenido limpios del uso de sustancias dopantes, se les aceptará participar en las competiciones. Se pueden catalogar de razonables las explicaciones expuestas por Bach, en el sentido de que tuvieron que llegar a un “equilibrio entre la responsabilidad colectiva y la justicia individual a la que todo ser humano y atleta tiene derecho.”
Tres días antes del fallo del COI, la situación parecía abocarse a un giro insalvable cuando el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) rechazó la apelación presentada por 68 integrantes del colectivo de atletismo ruso que pidieron revocar el veto impuesto por la IAAF, tras acusaciones de que el Estado Ruso patrocinó un programa de dopaje y ocultó las infracciones. Pero la decisión COI el pasado domingo, no solo libró a Rusia de una situación harto lamentable, pues no solo se pretendía excluir a toda la delegación, sino que una medida tan drástica provocaría una grave fractura en el movimiento olímpico internacional.
En el aspecto competitivo la total ausencia de la élite deportiva rusa, entre las tres principales en el medallero, afectaría los resultados. Además se eliminaría la presencia del país que será la sede del Mundial de Fútbol del 2018, clasificado como el segundo acontecimiento deportivo más importante del planeta.
El escándalo se destapó en meses pasados cuando la AMA tras una investigación a cargo de una comisión designada por ese organismo, concluyó recomendando a la Federación Internacional de Atletismo (IAAF por sus siglas en inglés) la suspensión del organismo ruso, el retiro de la acreditación de su laboratorio antidopaje y la suspensión de por vida de cinco integrantes de la selección de atletismo y cinco entrenadores.
En ese momento ante la recomendación de la AMA, la IAAF actuó con cierta cautela sin todavía llegar a los extremos, decretando una “suspensión provisional”.
En procura de mejorar su imagen las autoridades rusas, pusieron en ejecución un plan que incluyó la designación de un nuevo presidente de la federación nacional de atletismo, con el propósito de que se le permitiera en un lapso de tres meses el levantamiento de la suspensión de organismo y la participación en los Juegos de sus atletas limpios.
Pero la AMA y la IAAF y el Tribunal de de Arbitraje renovaron y ampliaron sus afanes de exclusión total, intención que finalmente fue rechazada por el COI, que además dispuso una serie de medidas a ser cumplidas por Rusia.
Aunque pudiese pensarse que las autoridades rusas no estarían del todo libres de pecado en la lucha agonal entre las naciones del primer mundo en el magno certamen, se debe comprender que el dopaje se ha convertido en un mal que no conoce fronteras, que se ha generalizado en el mundo del gran deporte en procura de marcas por cualquier vía y la obtención de beneficios económicos sin precedentes.

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