Las víctimas infantiles son las voces olvidadas de Chile durante la dictadura de Pinochet

Las víctimas infantiles son las voces olvidadas de Chile durante la dictadura de Pinochet

Yelena Monroy tenía 3 años cuando estuvo encarcelada durante más de un año junto con su hermana menor y su madre, una activista socialista atacada por el régimen del general Augusto Pinochet después de que llegó al poder en Chile en un golpe militar en septiembre de 1973.

Cuando Pinochet se instaló como líder, la mayoría de edad en Chile se fijó en 21 años. Pero ser menor de edad no era una protección contra la represión de la dictadura. Los niños fueron detenidos, torturados, asesinados e incluso utilizados como señuelos para aprehender a sus padres.

El trauma de ese período ha hecho que muchas de las jóvenes víctimas del régimen militar se muestren reacias a hablar, y el proceso de enjuiciar los crímenes de esa época y reparar en general no ha hecho distinción entre las víctimas en función de la edad. Así, los niños víctimas de la era Pinochet no han tenido mucha visibilidad, aunque los menores representan casi el 10% de las muertes atribuidas al régimen.

Sin embargo, las cifras de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura muestran que el régimen de Pinochet detuvo a 1.132 menores de 18 años. De estos, 88 eran menores de 13 años y 102 fueron arrestados junto con sus padres, o nacieron en prisión.

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Etapa oscura en Chile

Unos 307 niños menores de 18 años fueron asesinados durante ese período, según las revisiones de los grupos de derechos humanos de la documentación de la Comisión Nacional de la Verdad y la Reconciliación. Alrededor de 3.200 personas en total fueron asesinadas durante la dictadura, o desaparecieron y se cree que han muerto.

El Estadio Nacional de Chile, en la capital del país, se convirtió en el mayor centro de detención del gobierno militar. Ahí es donde arrestaron —y golpearon— a Roberto Vásquez Llantén, cuando tenía 17 años, por ser un militante activo del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

Había estado escondido desde el inicio del golpe, pero fue arrestado el 15 de enero de 1974. Vásquez Llantén, quien hoy tiene 67 años, pasó un año en el Campo Prisión Chacabuco en el desierto de Atacama junto con otros 16 menores. No había electricidad ni agua caliente, recordó. Había minas antipersonal fuera del alambre de púas para mantener a los prisioneros en línea, mientras que los guardias vigilaban desde las torres.

Si los menores tenían importancia política, eran detenidos como adultos. Pero también fueron utilizados como señuelos para atrapar y detener a sus padres.

Travesía de las hermanas Fernández Montenegro

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Las hermanas Fernández Montenegro fueron encarceladas en febrero de 1974 cuando eran adolescentes.

Viviana, de 14 años, y Morelia, de 17, fueron acusadas de ser guerrilleras en el puerto chileno de Valparaíso, donde vivían, a unos 120 kilómetros (75 millas) al noroeste de la capital. Su madre fue arrestada y liberada después de 24 horas. Toda la familia, con la excepción del padre, eran comunistas activos.

Las hermanas fueron retenidas juntas por primera vez en el Cuartel de la Marina Silva Palma, en una de las muchas colinas habitadas de Valparaíso.

«Estaba en una celda, con una sudadera con capucha, mientras unos tipos me ponían cables de electricidad en los dedos, gritando y gritando blasfemias y amenazas», exigiendo saber dónde estaban las armas, relató Viviana Fernández.

«Lo único que hice fue llorar y llorar… Sentí mucho miedo, mucho miedo», dijo.

Fernández, que hoy tiene 64 años, y Yelena Monroy son miembros de la Asociación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura, creada hace nueve años en parte para crear conciencia sobre el destino de los niños y adolescentes bajo la dictadura.

Fernández, quien es la portavoz, dice que la organización tiene unos 100 miembros, pero cree que hay muchos más, y que muchos todavía tienen miedo de hablar de lo que les sucedió durante esos años.

Muchos otros menores de esa época no sobrevivieron para contar su historia.

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