POR LLENNIS JIMÉNEZ G.
A las 6:00 de la mañana de ayer los pequeños Juan Alberto y María Altagracia Güilamo, de diez y doce años, fueron sacados de la cama para que busquen el agua del día.
Los hermanos debían llenar todo cuando pudieran en la llave de la calle 15 número 195 del sector 27 de Febrero, donde la gente está exasperada por la crítica situación del suministro de agua. El sector tiene cinco días sin agua y esto molesta a las amas de casa que tenían el servicio interdiario.
La falta de agua se ha hecho una costumbre y los niños son utilizados en la tarea de cargarla hacia las viviendas.
La escasez empeoró a partir de la sequía de las últimas semanas, lo que hizo que muchas familias de esta barriada del Distrito Nacional tuvieran que rehabilitar las viejas tuberías del agua, que datan de los gobiernos de Joaquín Balaguer.
La alternativa que en el 27 de Febrero le dieron a la escasez del servicio fue volver a conectarse a las tuberías que hace años no usaban. Abren los registros y les conectan las denominadas bombas ladronas, con las que consiguen subir agua a una segunda y tercera planta.
La precariedad, que a decir de sus residentes, se ha constituido en un problema serio, tiene varios meses, y no protestan porque se acostumbraron al suministro de las llaves de las calles, a nivel del suelo. Recibir agua es una odisea en las calles Albert Thomas, Quince, Ocho, donde es necesario recurrir a las bombas de que dispone la mayoría de los hogares.
Ángel Darío Canela se quejaba frente a su casa marcada con el número 192, en la calle Quince del 27 de Febrero, debido a que sin energía eléctrica no tiene agua. Expresó que los haraganes no reciben el servicio, ya que deben madrugar y sin embargo no lo hacen.
En la CAASD
La entidad gubernamental indicó ayer que procuran ofrecer una equitativa distribución de agua e intensificar el programa de corrección de fugas, entre otras acciones, como parte de las medidas a corto plazo para contrarrestar la sequía.