Latinoamérica necesita Banda Ancha

Latinoamérica necesita Banda Ancha

POR KEITH GOODWIN
Me he preguntado muchas veces, luego de reunirme con líderes de gobierno y empresarios de la región, cuál podría ser la tecnología más importante para el desarrollo de América Latina. Y aunque me vienen a la cabeza muchas, hay un elemento que estoy convencido puede hacer una gran diferencia y ser un gran habilitador: infraestructura de comunicaciones y su materialización, banda ancha.

La banda ancha es un conjunto de funcionalidades y no solamente una determinada velocidad o capacidad de transporte, o algo más rápido que la conexión por marcación telefónica. La banda ancha es conectividad de alta velocidad, pero también permanente, sobre una red digital interactiva, desde cualquier lugar, en cualquier momento y desde cualquier dispositivo.

La banda ancha es la electricidad de la era de la información. O para ponerlo en otras palabras, la banda ancha es la encarnación del viejo y trajinado concepto de la superautopista de la información. La banda ancha es el medio en que virtualmente viaja y viajará cualquier manera de contenido digital, en momentos en que todo se está volviendo digital, sin importar en qué parte del mundo estemos.

La banda ancha, y la posibilidad de tener acceso a ella, tendrá repercusiones en varios campos. En especial, el entretenimiento, las comunicaciones, la información, la educación, el gobierno y el trabajo. La banda ancha está cambiando nuestra forma de vida de igual manera que la electricidad cambió la forma de vida de nuestros padres y abuelos hace 100 años.

Y cuando me refiero a banda ancha, no es solamente acceso a correo electrónico, a páginas web o clicks más rápidos. Es mucho más. Es la posibilidad de que un médico en París pueda realizarle un examen a un paciente y que los resultados puedan ser examinados de manera inmediata en Cali o Montevideo, con grandes ahorros en costos. Es que estudiantes en Caracas puedan realizar cursos de e-learning dictados en Boston, o que diseñadores en Río de Janeiro y Buenos Aires puedan modelar diseños de maquinaria y ropa para empresas de Nueva York sin necesidad de moverse de sus lugares de trabajo. Es la posibilidad que los empleados puedan trabajar desde sus casas en Sao Paulo, México DF o Bogotá, sin tener que someterse a los interminables trancones y tacos de las grandes ciudades latinoamericanas. Es la posibilidad de que los empresarios latinoamericanos puedan competir en los mercados mundiales gracias al comercio electrónico. Y esto, por citar sólo algunos ejemplos.

En Latinoamérica, aunque hay grandes diferencias entre los países, la penetración de Internet promedio es del 18 % (Pyramid Research, 2004); es decir, que por cada 100 habitantes, 18 tienen algún tipo de conexión a Internet, una cifra baja en comparación con otros países (en USA es del 50%), pero nada despreciable. Sin embargo, la penetración de banda ancha es de menos del 0.8 % en promedio (Argentina 1.1%, Brasil 1 %, Chile 3.1%, Colombia 0.2%, México 0.6%, Venezuela 0.7%, Perú 0.7%, Costa Rica 1 %, Panamá 1%, Puerto Rico 0.7%). De todas las conexiones a Internet en la región, solamente el 4.5 % son conexiones de banda ancha. Y aquí queda mucho espacio para crecer.

¿Qué hacer? ¿A quién le corresponde acelerar el desarrollo de las conexiones de banda ancha en la región? ¿Cómo hacerlo?

En primer lugar, debe haber una política de precios más adecuada. Mientras que el costo mensual de una conexión de banda ancha en México, Colombia y los Estados Unidos es muy similar (alrededor de los $ 40 dólares), el poder adquisitivo en los tres países es muy diferente. Mientras que en USA representa el 0.1% del ingreso per cápita, en Latinoamérica representa el 12.3 %. Es decir, su costo es 123 veces mayor en términos relativos. (Cisco, junto con otras empresas de la industria, está trabajando activamente para ayudar a poner al alcance de la población en la región los beneficios de la banda ancha).

Por otro lado, promover el acceso a la banda ancha debe ser una prioridad de los gobiernos, por medio de los organismos regulatorios, descuentos y subsidios, y objetivos estratégicos. Italia, Canadá, Alemania, Japón, Reino Unido y Francia, ya han adoptado políticas nacionales de banda ancha (Estados Unidos es el único de los países del G-7 que no cuenta con un plan de este tipo).

En Latinoamérica, Chile es un caso claro de un país que se ha comprometido con el desarrollo de la banda ancha. Hoy en día es el país con mayor penetración de la región de conexiones de banda ancha (3.1 %), gracias a las políticas del gobierno de promover su uso y del sector privado es seguir su desarrollo. El gobierno ha instalado conexiones de banda ancha en las escuelas y en las zonas menos desarrolladas, así como en los espacios públicos (conexiones inalámbricas). El sector privado, por su parte, se ha propuesto la meta de un millón de conexiones de banda ancha para el bicentenario de la independencia, en el 2010. Una política similar ha seguido Brasil con el FUST (Fondo de Universalización de los Servicios de Telecomunicaciones) y México, con e-México.

¿Más razones para acelerar el despliegue de conexiones de banda ancha? Hay muchos. Del crecimiento de la banda ancha depende el crecimiento del comercio electrónico y de éste depende el crecimiento del Producto Interno Bruto. La banda ancha es la estrategia más sólida para lograr un crecimiento económico sostenible. La banda ancha hace que aquellos que estén conectados sean más productivos por medio del acceso a la información y al conocimiento. La banda ancha es un habilitador, y como tal, permite que muchas cosas que antes se hacían sin ella, puedan hacerse ahora con banda ancha de manera más fácil, rápida, segura y barata.

Y lo más importante, masificar la banda ancha en Latinoamérica, además de recomendable, es posible y puede hacerse rápidamente: las grandes inversiones ya están hechas. Hoy es cuestión de promover su desarrollo, asignándole el lugar que le corresponde en las agendas y prioridades de cada uno de los países y creando mecanismos para asegurar que los objetivos propuestos se cumplan.

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El autor es presidente Americas Internacional, Cisco Systems

kgoodwin@ciscolatam.com

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