Latinoamérica y sus esquemas de integración

Latinoamérica y sus esquemas de integración

Alfredo de la Cruz

Por lo general en Latinoamérica los Tratados de Libre Comercio han sido temas de grandes conflictos y debates, al ser una región con grande desequilibrios, donde gran parte de sus países se encuentran en estado de subdesarrollo, desigualdad social y bajos niveles de industrialización, por lo que ven en estos acuerdos comerciales una vía para su superación. Empero se presentan inconvenientes, que terminan afectando a algunos países integrantes de estos esquemas, llevándolos a ser comercialmente dependientes, pues se establecen condiciones que lo fuerzan a abrir sus mercados, bajo el amparo de la apertura, eliminando subsidios, deponiendo barreras aduaneras, y dando privilegios de inversión, lo que los lleva a desmontar los estímulos a la producción nacional.

Sin embargo, el hecho de que un país forme parte de un acuerdo comercial, potencia su importancia económica y política en la comunidad internacional, con la presencia en los esquemas geopolíticos, que se han construido como elementos integracionistas que han servido de soporte a la globalización. Encontramos entonces variados esquemas de integración que van desde las iniciativas del tipo ideológico-econó­mico, las de tipo económico más que político y modelos unos más y otros menos proteccionistas. Así tenemos hoy día el Mercado Común del Sur (MERCOSUR); la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA); el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) del cual somos signatarios; la Comunidad Andina (CAN); y la Alianza del Pacífico.

Cabe destacar otros esquemas en la región, la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) cuyo énfasis va dirigido a la coordinación en seguridad, energía e infraestructuras; la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que persigue abarcar el ámbito latinoamericano, sin embargo sus cumbres arrastran falencias temáticas, prevaleciendo su significación simbólica para la comunidad de países latinoamericanos más que avances cuantificables, entre estos países con agendas tan diferenciadas.

Hasta el inicio de la actual crisis política en Brasil, único país de la región en el grupo BRIC (entre los Estados con economías emergentes los países más adelantados, integrados además por Rusia, India, China y Sudáfrica) con un modelo basado en el proteccionismo, se mantuvo vacilante entre asumir el liderazgo regional o actual como un actor global. Mientras México, tras el éxito obtenido en la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico, que se realizó del 20 al 24 de mayo de 2013 en Cali, Colombia, ha tomado la delantera con un modelo sustentado en tratados de libre comercio, en la competencia que parecen librar estos dos colosos latinoamericanos.   

Surgimiento de los principales esquemas de integración

Todos estos esquemas obedecen a diferentes procesos que han sido generados por objetivos también diferentes. En el caso del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) habría que buscar sus orígenes en la asociación Buenos Aires-Brasilia en la primera mitad de los años ochenta, que marca el final de las dictaduras militares, que luego fue ampliada a Uruguay y Paraguay con lo que surgió el Tratado de Asunción de 1991 que creaba esta alianza, que abrió un embrionario foco sociocultural, que jugaría un importante papel en la crisis económica-política que afectó la región entre 1999-2002, que de acuerdo con el Plan Estratégico de Acción Social, del Instituto Social del MERCOSUR, publicado en junio 2012, inició después de la gran desvalorización de la moneda brasileña, posteriormente agravada con la crisis financiera argentina. Sin embargo la ausencia de mecanismos de coordinación regional, afectaron visiblemente el proceso de integración, e introdujo dudas sobre la viabilidad del mismo. Cabe destacar que se unieron de manera formal posteriormente Venezuela (2012) y Bolivia (2015).

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) es un espacio de coordinación política suramericano, liderado, de manera indirecta, por Brasil, que fomenta la integración y estabilización regional en infraestructuras y energía el cual mostró su eficacia con la gestión de la crisis en Bolivia en el 2008, que ocasionó actos de desobediencia civil y política que enfrentó dos importante sectores de la población de Bolivia, poniendo en riesgo la estabilidad del gobierno central y la integridad del territorio de ese país, con la amenaza de secesión de la región conocida como la Media Luna oriental. También en conflictos interestatales, como el sucedido en julio de 2010 entre Venezuela y Colombia por la supuesta presencia en el territorio de Venezuela de miembros de grupos guerrilleros que puso a ambos países al borde de un conflicto armado.    

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) firmado en 1994, significó para México su adhesión a las economías estadounidense y canadiense, pero al mismo tiempo su desvinculación con Sudamérica, lo que se evidenció en la cumbre de presidentes suramericanos convocada en Brasilia en el 2000 y que bloqueaba a México de su ámbito de actuación regional, allí se empezó a hablar de Suramérica y ya no de Latinoamérica. Solo en 2010 con la creación del CELAC se volvió a pensar en la latinoamericanidad, al quedar excluido Estados Unidos y Canadá de dicha comunidad.

Los modelos de integración brasileño y mexicano

El modelo brasileño se vertebra sobre la exportación de materia prima a los mercados de Asia, y a la vez se estimula la producción de manufacturas para la región de Suramérica, así como el desarrollo de algunas industrias de alto valor añadido en sectores como la aviación, las infraestructuras, la agricultura, etc. Empero, la capacidad de MERCOSUR de lograr acuerdos comerciales como bloque regional no ha llenado los cometidos, lo que tal vez haya impulsado a Brasil ha intensificar sus relaciones comerciales bilaterales con India, Brasil, Sudáfrica, Rusia, y China. Resultándole funcional a Brasil pues protege su industria nacional y mantiene en la región un ampliado mercado.

Chile y México son dos de los países con más acuerdos de libre comercio de todo el mundo, que junto a Colombia y Perú, se suman a las cada vez más crecientes opiniones de que el libre comercio es pilar de prosperidad y desarrollo para sus sociedades, y que el futuro del comercio está en Asia, rechazando de plano lo político e ideológico, en favor de la integración económica. De manera que el modelo de la Alianza del Pacífico apuesta por los tratados de libre comercio y por la economía como motor de la integración.

Como se observa, tenemos dos visiones de inserción internacional distintas en América Latina, encabezadas por los dos países latino­americanos más grandes, en población, extensión y Producto Interno Bruto: México y Brasil. Los roces característicos se han dado en dos formas, en manera de negociación política y diplomacia y en forma de rivalidad comercial. La primera dio como resultado en el 2013 la elección Roberto Carvalho como nuevo director de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el mexicano Herminio Blanco y la segunda en las tensiones y medidas proteccionistas en el sector automotriz.

 

La rivalidad de estos colosos, podría ser ejemplo de cuan dividida se encuentra la región, pero a la vez puede ser motor para dinamizar las relaciones con Asia en particular de las economías latinoamericanas que han tenido un buen desempeño los últimos años. Si bien para Brasil la alianza entre Chile, Perú, Colombia y México, le pone difícil su empeño de facilitar la salida al océano Pacifico, pese a los ingentes esfuerzos por tender infraestructuras que conecten de manera fácil con estos puertos y de ahí conectar con Asia.

   

Realidades concluyentes

A pesar de todo esto es importante considerar que estos proyectos que pretenden atraer inversiones y fortalecer las exportaciones son motivados desde el exterior, antes Estados Unidos de América, hoy día la República Popular China, lo que debe quedar bien claro y forzar a poner ojo visor, tomando en consideración que una alteración en la demanda y precio de las materias primas, puede afectar estos países y justo ahora China reduce su ritmo de crecimiento, lo que la lleva a reducir su comercio, lo que incidirá en toda la región latinoamericana.

Entonces tenemos que un espacio de coordinación política como UNASUR es de valía, pero el modelo de integración en la actual época del MERCOSUR es inoperante, tomando en cuenta la ambivalencia de Brasil. En lo que respecta a la Alianza del Pacifico, aunque disfruta en este momento de un gran impulso, es difícil aun calificarla de exitosa. De ahí que estos esquemas se enfrentan y de cuando en vez se yuxtaponen, pero concomitante generan sinergias que nos muestran una región diversa y dinámica que integra algunas de las economías de mayor crecimiento global en la última década y donde el proyecto de integración sigue siendo un residente en las agendas políticas de sus presidentes.

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