[b]Señor director:[/b]
Dos o tres días después de nuestro partido haber perdido las elecciones presidenciales en el año 2000, un amigo entrañable me invitó a compartir un rato mientras cenábamos en un restaurant de esta ciudad capital.
Sabía que se trataba de un gesto de solidaridad o condolencia lo cual confirmé cuando en un momento de nuestra conversación nuestro amigo puso su mano en mi hombro y expresó:
– Lo siento por ti, amigo mío, pero la victoria del Partido Revolucionario Dominicano se veía venir. No te sientas mal, además -agregaba- y por siempre estaré ahí para cualquier cosa.
A nuestro siempre recordado amigo le respondí: -Yo me siento bien, mi hermano, los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana somos personas democráticas que saben muy bien que a las elecciones se va a perder o a ganar, ahora nos tocó perder. Pero además -le agregué- yo acabo de estar cuatro años en el gobierno lo cual es una experiencia sin igual para un dirigente político, de esos cuatro años el último lo pasé en Madrid, España, como cónsul general de mi país ocasión que aprovechamos para trasladarnos hacia varios puntos de Europa y así tener una visión diferente en todos los aspectos que norman nuestras vidas.
Y estimo -le enfaticé-, que era de justicia que el PRD asumiera la administración del estado después de 14 años de oposición y con una simpatía arrolladora en la población.
Así pensábamos los dirigentes peledeístas aunque hoy la mayoría nos encontremos más empobrecidos que cuando ascendimos al poder siete años atrás al igual que la inmensa mayoría del pueblo dominicano.
Ahora que el presente gobierno está llegando a su final y a propósito del tema, nos gustaría preguntar a los dirigentes perredeístas y funcionarios del gobierno qué se siente cuando después de haber tenido durante cuatro décadas la simpatía del electorado y ahora su líder más popular no llega al 15% de la intención del voto.
Qué se siente cuando se tiene de todo pero les falta lo que siempre les sobró, el apoyo de todos los sectores sociales de la población.
Qué se siente cuando eran ustedes que acudían a la solidaridad internacional para evitar el fraude electoral y ahora es la comunidad internacional que viene a exigirles a ustedes que no pueden burlar la determinación popular.
Qué se siente cuando lo más granado y comprometido con las mejores causas del periodismo nacional siempre fue proclive a ustedes como gesto de solidaridad ante el golpeo de que fueron víctimas y hoy ese mismo sector periodístico se ve compelido a cuestionarlos y a enfrentarlos debido a su inconducta y mal proceder.
Cuando los partidos políticos, grandes y pequeños, de centro, de derecha y de izquierda; cuando las iglesias sin importar credo o religión, cuando los empresarios, pequeños y grandes y las demás instituciones profesionales y especializadas les dicen que paren, que desanden sus pasos, que abandonen el camino de aniquilación a nuestras instituciones; contrario a como sucedía antes. ¿Qué se siente?
Cuando todos a una sola voz le pedíamos entonces al doctor Joaquín Balaguer que no debía reelegirse porque ese era uno de los grandes males de nuestra sociedad y ahora todos igualmente se lo estamos pidiendo precisamente a ustedes que fueron los abanderados en esa lucha inagotable. ¿Qué se siente?
¿Qué se siente cuando en tiempos atrás toda la población encabezada por ustedes veía en cada punto del gobierno un antro de corrupción y de ineptitud y ahora lo mismo se piensa de la administración de ustedes?
¿Qué se siente cuando décadas atrás los funcionarios gubernamentales no se presentaban en la televisión ni en los medios de comunicación masivos porque no ignoraban que desagradaban a la vista humana y ahora son ustedes los que por la misma razón no se atreven a dar el frente?
En fin, ¿qué se siente después de haber sido héroes y ahora ser villanos?