Laureano Guerrero – Cartas al director

Laureano Guerrero – Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

En nuestra condición de abogado y amigo de algunos de los ahorrantes del Banco Nacional de Crédito (Bancrédito), hemos asistido a varias de las reuniones que estos vienen realizando tratando de encontrar un cauce que les permita recuperar sus ahorros depositados en los llamados «off shores» de nuestros bancos nacionales.

En dichos encuentros en donde asisten siempre poco menos de doscientas personas hemos podido apreciar algunos rostros adustos, fruncidos y con carga de violencia, hemos visto también, algunos semblantes apagados y desesperanzados con ganas de llorar.

Hemos visto algunas imágenes desorientadas y angustiadas en espera de información alguna, hemos observado a personas que aún cuando han sido víctimas al igual que los demás tras el colapso del Bancrédito y la irresponsabilidad de las autoridades gubernamentales, tratan afanosamente de agrupar al conglomerado con el propósito único de recibir alguna respuesta satisfactoria a su calamidad por parte de las instituciones correspondientes tales son los casos del licenciado Manuel Gil y Enriquillo Rivas.

Pero lo que sí es inocultable en todas y cada una de las personas que se dan cita en estas reuniones, es su característica de seres trabajadores, son los surcos en sus rostros, señal de los años que les han pasado y que sólo por la presente fechoría se pensaría que fueron en vano.

Entre los reunidos los hay profesionales y medianos comerciantes que al momento de su desgracia trataban de consolidar sus negocios, los hay adinerados que ven peligrar parte de su fortuna y también los hay, los que tratando de proteger lo único que tenían ante la devaluación de nuestra moneda, hicieron el cambio en dollar y lo depositaron constituyendo esto su jubilación o simplemente sus ahorros de toda una vida.

Al final de cada reunión hay que pasar el sombrero para reunir entre todos los gastos en que se ha incurrido para la convocatoria.

En sentido general, así son los ahorrantes en dollar del Bancrédito: hombres y mujeres simples y comunes como cualquiera de nosotros.

Hacemos estas reflexiones porque nuestra profesión de fe, es decir, la que más siento, es la de periodista y he visto con pena cómo diversos comunicadores, analistas y hacedores de opinión han tomado el presente caso con irreflexión y ligereza, expresando que todos esos ahorrantes son ricos y millonarios, a los que no se les debe responder y no han faltado quienes incluso expresen enfáticamente que ése es un dinero del lavado y hasta el narcotráfico.

Pensamos que todo profesional puede escoger el camino de la mediocridad si es lo que prefiere y ser asalariado del gobierno de turno si le parece el camino más fácil y seguro pero a lo que no hay derecho es a humillar y a tildar negativamente y de manera inmerecida, a un grupo de personas que están siendo en estos momentos abusadas y aniquiladas cuando lo menos que merecen de la ciudadanía es la solidaridad y el apoyo que las instituciones bancarias y gubernamentales llamadas a protegerlas, se lo niegan y los abandonan a su suerte.

Es injusto y descarnado que cientos de personas que hasta ahora vivían tranquilas y en paz, de repente se encuentren con que ya no podrán responder a los gastos en que incurrían mensualmente como son la alimentación, la salud o la educación de sus hijos por que los intereses que recibían lo mismo que su propio capital se los han desaparecido.

Pero es más triste aún, si encima de todo ello encuentran en algunos medios de comunicación masiva personas desaprensivas que en vez de cumplir con su rol de comunicadores responsables y solidarios vierten lodo sobre las verdaderas víctimas de ese drama penoso y lamentable.

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