Probablemente muchos políticos, ahora inmersos en sus actividades internas con miras a las primarias y a las escogencias de candidaturas partidarias, no se están percatando de que una parte importante del país no está involucrada en esos ajetreos. Es más, se sienten alejados. Cada día aumentan los ciudadanos indiferentes.
Ya lo he venido advirtiendo. Y las encuestas reconocidas lo confirman. Un núcleo social importante está dejando de creer en las organizaciones partidarias. Fundamentalmente, después que tiraron por la borda los lineamientos ideológicos, programáticos, doctrinarios y filosóficos. Y al desaparecer aquella materia inspiradora, y los partidos dejaron de lado los aspectos que establecían parámetros de pensamiento y diferenciación, y en cierto modo se globalizaron, la gente comenzó a entender la política de otra manera.
Sin ideologías, sin la atracción de conceptos filosóficos, sin estructuración de programas reivindicadores, adoptando solamente la vía de diferenciar entre uno u otro dirigente o candidato, la gente comenzó a pensar diferente. A entender la acción política con otros lentes.
Ahora se está dando un fenómeno muy especial, al cual deben ponerle atención, que consiste en que, ante ese escenario de ausencia de ideologías y de que no hay grandes diferencias, los aspectos afectivos y las conveniencias pueden imponerse ante cualquier coyuntura electoral.
Porque aunque se suponga que hay mucha gente tonta, no se puede perder de vista que esa misma gente no deja de pensar en sus realidades. Y la realidad que ven, y la realidad que sienten, es la del camino por donde pueden conseguir algo. Por la vía de quien le da demostraciones de afecto y al mismo tiempo la posibilidad de ayudarlo a mejorar su situación.
Ya no hay la atracción de una filosofía, una doctrina o un idealismo. Ya se rompieron esos esquemas. Los quemaron. Permitieron que se impusiera la doctrina de la oportunidad. Y ahora tienen que prepararse a cosechar eso que se ha sembrado.
Los propios partidos han permitido que los coloquen a todos dentro de sacos parecidos. Utilizando la política del reciclaje, se han mezclado y permeado. Y las llamadas redes sociales se han encargado de eliminar los cedazos, permitiendo que los unos y los otros se parezcan. Y como ya no hay ideologías, reivindicaciones, doctrinas ni acciones programáticas, sino que lo importante para ellos es estar bien con las cúpulas o “establishment”, las masas que no son tontas como algunos se creen, se alinean con los que les dan afecto o con los que les abren posibilidades reales.
Como los partidos abandonaron el idealismo, e incluso parte importante de los grupos de pensamiento igual se han acomodado dentro del bienestar “cupulístico”, cómo se le puede pedir a los que tienen menos nivel intelectual, y que además han vivido dentro de una situación calamitosa, esperando alguien que pudiera defenderlos, o les diera las esperanzas de una transformación basada en pensamientos ideológicos, lógicamente se irán por la vía de quien le brinde afectos y/o les garantice, ya no acciones programáticas inexistentes, sino prácticas. Esa es la realidad que muchos políticos ocupados no están viendo.