Le apodaban Chano

Le apodaban Chano

La Segunda Guerra Mundial sorprendió a Luciano Saverio Medeot Bazzi en una de las cuevas más importantes del norte de Italia: la Cueva San Canziano, en Trieste, donde Medeot Bazzi trabajaba con otros espeleólogos para un proyecto de habilitación que permitiría a la San Canziano recibir visitantes.

Luciano Medeot había comenzado su afición por la espeleología en la universidad, durante sus tiempos de estudiante de ingeniería. Pertenecía a la Comisión de Cuevas “Eugenio Boegan”, de la Sociedad Alpina Italiana, junto con Pino Guidi, Silvio Poli, Ellio Poli y otros no menos notables. Luego al terminar se había enrolado en el ejército como ingeniero de construcción, y como tal debió incorporarse a la guerra que estremeció al mundo entre 1939 y 1945 enfrentando al “eje”: Alemania, Italia y Japón, contra Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos.

Durante la guerra, los partisanos italianos habían combatido contra los alemanes en el carso triestino. Cientos de partisanos muertos fueron lanzados en esas cuevas por las fuerzas alemanas, y al terminar la guerra el ejército italiano reorganizado debió recurrir a los espeleólogos para recuperar los cuerpos desde las cuevas.

La experiencia en cuevas de Medeot Bazzi, su preparación como ingeniero de construcción y su responsabilidad como militar le colocaron al frente de la difícil y triste tarea de la recuperación de los partisanos muertos y lanzados en las cuevas. Pero además, la paz le permitiría a Luciano Medeot continuar el proyecto con la Cueva San Canziano. Pero algo no salió bien para los italianos. Luego de la guerra la cueva cambiaría de nombre, pues esa parte de Trieste quedó fuera de Italia, formando parte de Yugoslavia. En adelante a la cueva se le llamaría Skojanska Jama.

La cueva San Canziano fue abierta en el carso triestino por el río Timavo, aún activo y con bastante caudal. Mientras se llamaba San Canziano había sido trabajada por los espeleólogos italianos, y Luciano Medeot había construido en su interior un puente de piedra para cruzar el río en el interior de la cueva, todo un portento de obra en esos tiempos. Pero luego de la guerra, con la cueva en territorio yugoslavo y llamándose Skojanska Jama, fueron los espeleólogos yugoslavos quienes terminaron su habilitación turística. Luciano Medeot nunca le perdonó eso a la Segunda Guerra Mundial.

La situación económica de Italia (como país derrotado) empujó a Luciano hacia América. Venezuela le acogió y sus cuevas también. Allá trabajó varios años en la espeleología junto a espeleólogos de la talla del doctor Eugenio de Bellard Pietri, fundador de la Sociedad Venezolana de Espeleología, con quien trabó una amistad sólida y de muchos años.

De Venezuela pasó a mediados de los 50 a la República Dominicana, país del que se enamoró hasta hacerse ciudadano dominicano. Aquí, Medeot Bazzi trabajó por el resto de su vida activa como ingeniero de construcción con la compañía Del Conte & Allasia, principalmente en la construcción de puentes. En tanto seguía febrilmente el desarrollo de la espeleología tanto en Italia como en Venezuela. Todavía no nacía en Santo Domingo el germén de la investigación bajo tierra.

Ya retirado de la construcción, Luciano Medeot sufrió un accidente casero que le limitó mucho movimiento. La fractura del fémur derecho y la necesidad de colocarle un clavo en el hueso le mortificaba largamente. Así lo conocí en 1986, cuando coordinó la venida al país del CSIF, el primer grupo espeleológico italiano que nos visitaba. Recién acabábamos de formar el Espeleogrupo de Santo Domingo y el entusiasmo por el grupo le contagió. En adelante se constituyó como nuestro asesor y participó con nosotros y Mario Bacchi en la planificación de varios viajes e investigaciones. Insistía –y así lo hicimos en la necesidad de la educación sobre cuevas en nuestro país para poder sostener su protección. Suya fue la idea de investigar el Hoyo de Pelempito. Había hecho los cálculos hidrológicos que le aseguraban que a esta depresión entraban anualmente más de 206 millones de metros cúbicos de agua, lo que asegura la presencia de enormes cavidades bajo la Sierra de Bahoruco. Pero también preveía la conversión del Hoyo de Pelempito en un atractivo ecoturístico de primer orden.

Luciano Saverio Medeot Bazzi regresó a Italia a finales de los 90, se fue a morir a su tierra, dejando dispersa una enorme cantidad de experiencia espeleológica de 60 años… Le apodaban Chano.

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