Le rogué que no, pero el Doctor insiste

Le rogué que no, pero el Doctor insiste

Al Doctor le da con aparecérseme en sueños. Después de seis o siete sueños consecutivos sus frases me atosigan, el eco de su suave voz es un tormento. El mejor exorcismo para estas apariciones es transcribir nuestras conversaciones, lo más fielmente posible. Claro que dejo fuera dos o tres cosillas que son, en verdad, confidencias.

¿Por qué, le dije, en vez de venir a perturbarme a mí, no invade el sueño de sus herederos políticos, para darles consejo sobre cómo recomponer su Partido Reformista?

“¿Y qué puedo yo decirles a esos? Ellos deberían saber más de política de lo que sabíamos los servidores públicos de mi generación, de la generación a la que pertenecí, cuando llegó el momento de ocuparnos del país después del asesinato del general Trujillo… Los de ahora han tenido más experiencias, más vivencias, que las que teníamos a principios de los sesenta. ¿Qué puedo yo, aunque quisiera, aunque pudiera, decirle a ellos, que no sepan?”.

Pero, si supieran tanto como usted dice, le dije, no estuvieran tan empantanados, y tan lejos de las simpatías del pueblo.

“¿Del pueblo? ¿De cuál pueblo? A veces el pueblo es como las malas mujeres, que hoy lo adoran a usted y ahorita prefieren a otro. Perder elecciones no es el problema. Yo mismo perdí, pero me mantenía. Lo que les pasa a esos muchachos, excepto Sued en Santiago, es que no sintonizan… Muchos de ellos son muy valiosos. Pero no sintonizan. Quien quiera ayudar a su patria, aquí y en cualquier país, necesita hacerse una idea de para qué quiere el poder. Mire por ejemplo al doctor Fernández… Nadie ignora que para él, por encima de los problemas circunstanciales, del momento, su compromiso es modernizar al país. Mi compromiso fue crear las condiciones para reorganizar al país y dotarlo de las obras imprescindibles, y al mismo tiempo mantener el orden. Eso se logró, y gran parte del pueblo creía en ese esfuerzo, en lo que hicimos”.

Tremenda canana que me dispensa el Doctor al invadir nueva vez mis sueños, como si desde el más allá algún bromista aplicara el “vuelve y vuelve” de manera onírica. No quisiera pensar en que ahora, en vez de discurrir sobre mis temas preferidos, quede nueva vez reducido a transcribir lo que oigo en sueños de boca del Doctor.

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