ORLANDO, EEUU. EFE Los grandes atletas muestran su clase más cuando saben perder que cuando consiguen los triunfos y esto no sucedió con la estrella de los Cavaliers de Cleveland, LeBron James, que jugó su peor baloncesto en el sexto partido de las finales de la Conferencia Este y luego no quiso hablar a nadie.
Los Cavaliers y el propio James habían sido humillados por los Magic de Orlando que le dieron paliza de 103-90 en el sexto partido para ganarles por 4-2 la eliminatoria al mejor de siete y lograr su pase a las Finales de la NBA.
Una plaza que los directivos y especialmente el equipo de mercadotecnia de la oficina del comisionado David Stern habían reservado para los Cavaliers y su estrella con el objetivo de protagonizar el gran duelo comercial con Kobe Bryant, de Los Ángeles Lakers, que son campeones de la Conferencia Oeste.
No se dieron las «Finales Soñadas» por la NBA porque los Magic con Dwight Howard fueron superiores de principio a fin de la serie y James lo único que hizo fue dejar menos en evidencia a todas las graves carencias que los Cavaliers tienen como equipo.
Pero si el espectáculo deportivo que ofrecieron los Cavaliers en el sexto partido fue «intrascendente», la reacción de James, que se quedó con sólo 25 puntos, siete rebotes y siete asistencias, su peor aportación individual de la serie, al concluir el encuentro fue simplemente «deplorable».
El ganador del premio de Jugador Más Valioso (MVP) de la temporada regular que hizo posible que los Cavaliers lograsen la mejor marca (66-16) salió del Amway Arena sin decir una sola palabra ni de felicitación ni de desearle suerte a los jugadores de los Magic y luego marginó por completo a los periodistas.
Se vistió rápido, se colocó los auriculares de la música en los oídos y se fue con un silencio que lo dejará marcado para siempre como un profesional que no sabe perder y lo que es peor que tampoco sabe cumplir con su responsabilidad de atender la prensa que también están haciendo su trabajo.
De nada servirá que la NBA le ponga una multa por no cumplir con la obligación que tiene de responder a los periodistas al concluir el partido, el apartado económico es lo que menos le preocupa a James, un súper millonario, lo más grave es que ha dejado por los suelos su imagen, cuando más necesitaba cuidarla.
Comerciales que aburren ya de los nuevos muñecos que se han inventado con su figura y la de Bryant en preparación de lo que iban a ser las «deseadas» Finales de la NBA, ahora se le van a volver en su contra.
Rashard Lewis
James es un gran jugador, pero los Cavaliers como cualquier otro equipo necesitan el apoyo de los titulares y de la banca.
No hay excepción en (la aplicación de) los fundamentos.