Lección acaso ignorada

Lección acaso ignorada

PEDRO GIL ITURBIDES
Con motivo del inexplicable sacrificio de vidas humanas en la cárcel de Salvaleón de Higüey salió a relucir que existe un terreno para la construcción de otra penitenciaría. Una propiedad de casi doscientas tareas de tierra fue donada por el Central Romana, conforme lo que se habla en la región. El dispendio de fondos públicos en los años recientes impidió que se erigiera una estructura cuya necesidad se determina por el hacinamiento en las prisiones existentes. Son muchas las lecciones que se derivan de este suceso con indicios de homicidio colectivo. Muchas veces hemos destacado la incapacidad nacional para entender que el presidio es instrumento de rectificación conductual.

La pena que se impone no es un acto de venganza social, aunque en ocasiones alcance ese carácter. La condena y el encierro subsecuente deben servir al reo para recomponer su vida, y obtener por resarcimiento el perdón de la sociedad. Y eventualmente, de los afectados directos por su transgresión.

Pero ahora más que nunca, y como en ninguna otra ocasión, puede hablarse de antros de perversión. Este incendio pone al descubierto toda una madeja criminal que funciona con vergonzosa impunidad dentro y fuera de las celdas.

Lejos de encontrar entre las rejas el lugar, el período y las condiciones para el reencuentro con la sociedad a la que afectó, el criminal encuentra en la prisión salvaguarda para la continuación de sus inclinaciones criminales.

El que un agente policial entregase a un preso un arma de fuego para el homicidio con el que se inicia el aquelarre, pone al desnudo esa madeja que con ingenuo optimismo presentíamos funcionaba en el bajo mundo. Al unir las

informaciones que se ponen de manifiesto con revelaciones como las de los robos de vehículos o el asesinato del senador Darío Gómez, tenemos derecho a preguntarnos si la sociedad dominicana trascendió los tiempos de la barbarie.

Pero es lo del dispendio de fondos públicos lo que tiende a inquietar más punzantemente a quien conserve un ápice de apreciación del papel del Estado Nacional. El Estado Nacional es una abstracción de la voluntad de los individuos, concebido para procurar metas comunes. Pero no deja de ser una abstracción, de enorme simplicidad jurídica, explicable y concretizada en la complejidad de las estructuras de gobierno.

Tan complejas hacemos estas últimas, que somos capaces de desvirtuar la búsqueda de metas comunes para inmediatizar las metas e intereses de dos o tres personas. Y por ello, pese a que se había recibido la oferta de la empresa azucarera, no pudo construirse la nueva penitenciaría. Las prioritarias atenciones brindadas a las demandas constantes e inexpugnables del populismo, impidieron saber que las cárceles no estaban cumpliendo su misión. De nada valieron las denuncias de los medios de comunicación, de grupos sociales diversos o de la Pastoral Penitenciaria.

Y esta es la otra grande y grave lección que se desprende de este horrendo crimen incitado por alguien que, de algún modo, representó a la autoridad.

Debido a tales maneras de actuar, por otros caminos no muy diferentes, se ha depauperado el país. Se han olvidado las políticas de crecimiento y dado la espalda a adecuados modelos de desarrollo. Debido a ello, la última encuesta de población cuyos resultados están próximos a darse a la publicidad, revela que el crecimiento de la pobreza es alarmante y grave en la República. Pero todas esas lecciones, sin duda, serán ignoradas, porque sólo vemos las pavesas ya desprendidas de las llamas.

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