Lección de Balaguer sobre reentendimiento reformista

Lección de Balaguer sobre reentendimiento reformista

En 1964, siendo Donald Reid presidente del Triunvirato, se pretendió organizar elecciones excluyendo los principales líderes del momento: Bosch y Balaguer. En los 80s, Balaguer le encomendó a Donald Reid reorganizar el PRSC, tarea que desempeñó tan entusiasta y eficientemente que constituyó pieza clave para ganar elecciones en 1986. Así Balaguer testimoniaba la socorrida expresión que en política no hay enemigos sino adversarios coyunturales capaces de confluir en aras del éxito común.

Esta lección debe ser reflexionada precisamente hoy que el PRSC parece continuará sus pasos que lo están llevando a su auto-extinción.

Los estilos y reglas no escritas de comportamiento y funcionamiento del PRSC han devorado las principales figuras que el propio partido ha erigido hasta el punto de encajarle aquella expresión de Robespierre sobre la revolución francesa, de la que fue su figura más influyente: “la revolución devora sus propios líderes”. Pensemos tan solo en Jacinto Peynado, Carlos Morales, Eduardo Estrella y Amable Aristy así como otros de perfiles más reservados como Leoncio Almánzar. Algunos se reincorporaron sin resultados significativos de institucionalizar el PRSC para recobrar preferencias electorales como acaba de reconocerlo su actual presidente, con más de un año en funciones, en su reciente carta de renuncia al BNV: “las circunstancias me han obligado a entender que ha llegado la hora…de trabajar…para recuperar el espacio perdido”.

Esta vocación del PRSC por dejar alzar vuelo a sus prohombres es aplicable a partidos que en su momento, institucionalmente o vía sus dirigentes, mantuvieron relaciones cuasi-permanentes: PNVC, PQD, UDC, PVUD.

Siete encuestas consecutivas sitúan PRSC entre 2 y 3%, y las importantes ya lo excluyen del escenario electoral, mientras sus funcionarios pretenden tapar el sol con el dedo de la negación, sin admitir realidades, y seguir recurriendo al subterfugio napoleónico de “vender ilusiones”; o a la crueldad del dictador Heureaux sobre su percepción del dominicano al que “ni siquiera hay que darle, basta prometerle”

Dada la urgente necesidad nacional que en el país se reimpongan elementos fundamentales de las políticas públicas propulsadas y practicadas por el reformismo, los reformistas tenemos la obligación de sobreponer nuestras diferencias y ser capaces de estructurar una oferta electoral significativamente incidente de cómo se va a gobernar, más que quien, con posterioridad a la consulta electoral del 2016.

Ello requiere desprendimientos para alcanzar entendimientos capaces de montar una plataforma multipartidaria que postule aquellos elementos de la praxis reformista que respondieron en su momento, y pueden volver a responder, a los enormes padecimientos que está sufriendo la sociedad dominicana; resumibles en la falta de una economía de satisfacción de necesidades y generadora de puestos de trabajo.

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