Lección del dominicano
a los políticos

Lección del dominicano <BR>a los políticos

A diez días de la celebración de la XXIX Convención del PRD para elegir a su candidato presidencial a las elecciones de mayo del 2012, y descartando las protestas del candidato perdedor, considerándolas como parte del folklore político de que nadie quiere ser derrotado, surge de esa maraña de ilusiones perdidas, y vocinglería del fraude, la gran lección que han dado los dominicanos a su clase política.

La lección de cómo una contienda interna organizada y llevada a cabo en perfecto orden, no es solo para los perredeístas, que se vieron arropados por un apoyo popular inaudito por el gran caudal de votantes, que cercano al millón de votos colmaron las urnas para que simpatizantes perredeístas y aliados de ocasión, demostrarle al PLD y su gobierno que no crea que pueden acostarse a dormir en sus laureles.

Yo veo esa justa de la democracia del PRD, llevada a cabo sin los tollos típicos de la acostumbrada mala organización perredeísta, que la ciudadanía aprovechó la ocasión para hacerle ver al PLD que se cuide en sus cálculos electorales, ya que podrían salirle muy caros en mayo del 2012 cuando se pase balance a los resultados para esa ocasión.

No hay dudas que los votantes tuvieron una oportunidad de oro para hacer valer sus derechos para expresarse libremente con el apoyo mayoritario al político restaurado, después de haber caído en el más bajo nivel de aceptación y de credibilidad, para masivamente expresar el descontento popular, que cada día aumenta, y arraigándose con un costo de la vida en ascenso frente a los precios internacionales del barril de petróleo.

Ahora se ha logrado un respiro, por efectos colaterales de la lamentable tragedia del Japón del pasado día 11, que frenó sus pedidos petroleros hasta que se restaure ese dinámico y admirado país oriental. Mientras se llegue a la recuperación japonesa, con los nuevos precios del petróleo, se ayuda al gobierno dominicano a recomponer en parte su imagen deslucida, fomentada por su voracidad fiscal, haciéndose de oídos sordos en su tradicional arrogancia, sacudida por los resultados de la convención perredeísta, en donde la ciudadanía, en abierta participación, expresó su inconformidad en contra de una política de prepotencia. Esa convención perredeísta fue una encuesta popular para conocer de primera mano a qué nivel están las simpatías y confiabilidad del país con respeto a su gobierno.

Sería una pena que los peledeístas no analizaran fríamente la conducta de la ciudadanía durante la competencia interna del PRD. Y de cómo un admirable liderazgo se ha derrumbado, lo cual quedó de manifiesto en el sentir del propio presidente de la República, cuando el pasado día 27 nos tildó a todos de unos desagradecidos.

Los perredeístas, y sus miles de aliados circunstanciales, expresaron su sentir en la convención blanca. Ratificaron una conducta de los dominicanos que no apoyan a los políticos sin carisma, con cara de pocos amigos, sin ofrecer una imagen amigable y solidaria; también se les ve sus desmesuradas ambiciones, a como dé lugar, hacerse de una posición para la cual no existe una empatía con parte de sus seguidores, y mucho menos con el resto de los dominicanos, que al final de cuentas, que como masa silente, son los que a la hora de la verdad con sus votos señalan a quien debe gobernarnos.

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