Lección para aprender

Lección para aprender

Como buenos dominicanos que nos apresuramos a comprar candado después de que nos han robado, deberíamos considerar la tragedia de Jimaní como una justificación irrefutable para promover políticas de Estado con el fin de identificar lugares de alto riesgo, actual o potencial, para ser habitados por humanos.

Lo único que explica la magnitud de los daños provocados por el río Blanco en Jimaní no es precisamente el volumen de agua por segundo que movilizó la riada, sino fundamentalmente el hecho de que el cauce -seco desde hace muchos años- había sido convertido en habitat para cientos de familias, que empezaron a poblar esta zona sin que nadie recordara el viejo dicho campesino de que «lo que es del río, algún día el río lo reclamará».

La situación fue similar del lado haitiano, pues poco a poco fueron surgiendo poblados en las márgenes y el cauce del aparentemente extinguido río Soliette, que es el mismo Blanco, con el agravante de que en el lado haitiano predomina una terrible deforestación. En ambos casos, nadie previó que la gente, poco a poco, fuera invadiendo predios que el río, estimulado por lluvias torrenciales en cabecera, ha reclamado de una manera luctuosa para los dos países. Recordemos que una tragedia por causas similares se produjo en Mesopotamia, San Juan de la Maguana, cuando el río San Juan «reclamó» terrenos que numerosas familias habían tomado para sí.

[b]II[/b]

En el pasado, gobiernos dominicanos han ejecutado acciones dirigidas a preservar vidas de familias que habían tomado como hábitat zonas probadamente riesgosas para sus vidas. En realidad, compraron candado después del robo, pues las decisiones obedecieron a los balances luctuosos provocados por inundaciones y deslizamientos de tierra en esos lugares.

Como ejemplo podemos citar el caso de La Ciénaga, que siendo Presidente el extinto líder político Joaquín Balaguer, fue desalojada y sus habitantes alojados en modernos apartamentos construidos en Las Caobas. Como esta acción obedeció más a razones políticas, clientelistas, que a una política de Estado, una buena parte de los beneficiarios del traslado vendió o rentó los nuevos apartamentos y retornó a La Ciénaga.

Otro ejemplo de la misma época es el mortífero Hoyo de Chulín, que después de cobrar decenas de vidas por derrumbes y corrimientos de tierra, fue transformado en Puerto Isabela, un lugar seguro y habitable.

[b]III[/b]

Entendemos que hay que diseñar políticas de Estado para identificar lugares de alto riesgo por ser susceptibles de hundimientos, inundaciones, corrimientos, derrumbes o cualquier otra transformación peligrosa para la vida humana.

En las riberas de varios de nuestros ríos hay poblados cuyos habitantes están en permanente riesgo y las autoridades lo saben y pueden adelantarse a cualquier tragedia y hacer lo necesario para prevenir éstas, sea modificando o adecuando esas zonas o declarando inhabitables las más peligrosas.

El país tiene buenos técnicos en estas materias y el Gobierno podría valerse de sus conocimientos para trazar las pautas necesarias y librarnos de la terrible experiencia de actuar cuando ya es demasiado tarde.

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