Lecciones de la historia

Lecciones de la historia

El acontecimiento del 25 de setiembre de 1963 requiere de una explicación clara, profunda, precisa, especialmente veraz.

Para que nadie lo olvide, hay que denunciar permanentemente, que un grupo de comerciantes ambiciosos, contrabandistas, evasores de impuestos, frustrados políticos inescrupulosos, militares ladrones, abusadores corrompidos y traidores y curas conspiradores temerosos de perder sus privilegios, bajo la dirección del gobierno de Estados Unidos, presidido por John F. Kennedy, se unieron entonces para romper el orden constitucional.

Ese orden creado por la Constitución de 1963, aún no superada, fue fruto del trabajo de un conjunto de legisladores realmente surgidos de las entrañas del pueblo. Cada uno de esos constituyentes fue elegido por su demarcación de manera democrática, transparente, libre.

Esos legisladores fueron elegidos contra la corriente del poder de la extrema derecha representado por el Consejo de Estado y  por quienes, a la larga, bajo la sombrilla neotrujillista de Joaquín Balaguer, lograron lo que buscaban con su “antitrujillismo”: heredar del tirano todo su poder, la inmensa fortuna creada mediante el terror, el asesinato y el abuso.

Como no tuvieron el favor de las urnas, al recibir una pela de calzón quitado en las elecciones del 20 de diciembre de 1962 decidieron, de inmediato, impedir que el pueblo gobernara pues temían perder sus privilegios.

La lucha contra el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano que presidia Juan Bosch era por el regreso a los privilegios irritantes, al abuso del poder por parte de autoridades civiles y militares, a cerrar oportunidades de desarrollo a la masa popular para continuar como los ”dueños” de la verdad.

El Presidente Hipólito Mejía dijo esta semana  que las lecciones de ese golpe de Estado  no han sido aprovechadas por quienes hoy ejercen de manera antidemocrática todos los poderes constitucionales para beneficio de un grupo, en contra de los intereses populares.

“Ese 25 de setiembre de 1963”, dijo, “provocó como respuesta el alzamiento del gran líder de la juventud Manolo Tavares Justo y fue, a la larga, el motor que impulsó al pueblo a rebelarse contra el Triunvirato, derrocado por el pueblo y militares constitucionalistas el 24 de abril de 1965”.

Los efectos del golpe de 1963 se sufren ahora de otro modo: con la dictadura constitucional creada por los beneficiarios de las grandes luchas por la democracia, quienes empleando las peores aristas de la corrupción manejan el país como titiriteros de la maldad, surgidos de la más profunda oscuridad de la caverna política nacional.

Estos, que sí han sabido gobernar, porque se han mantenido en el poder a diferencia de Juan Bosch, olvidan que, como dijo el Presidente Mejía, “la gran lección que nos deja el 25 de setiembre de 1963 es que todo poder usurpado, mejor temprano que tarde, perecerá”.

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