Lecciones de un proceso sin precedentes

Lecciones de un proceso sin precedentes

El ingreso a la cárcel de Najayo del principal condenado por la quiebra fraudulenta de Baninter, mi antiguo amigo Ramón Báez Figueroa, luce como la conclusión de un proceso largo y complejo que deja muchas útiles lecciones a la sociedad dominicana.

La más evidente parece ser que terminó la ignominiosa tradición dominicana de impunidad para los delincuentes de cuello blanco cuyas acciones difícilmente llegaban a ser conocidas en los tribunales. Pero hay también muchas otras enseñanzas valiosas del largo juicio y las condenaciones que resultaron. Una de las más importantes es que, pese a toda la maledicencia e intrigas que buscaban embarrar al Presidente Fernández, éste se mantuvo tan alejado del proceso judicial como mandan la Constitución y la prudencia, sin renegar de los afectos innegables que justificaban el recelo de una opinión pública poco acostumbrada a su forma de ejercer el poder; nadie podrá señalar interferencia alguna en las vueltas que dio la rueda de la Justicia.

Otra lección de estos largos cinco años es que la sociedad dominicana todavía debe recorrer un largo trecho antes de que sus principales protagonistas, aquellos llamados a ejercer roles modélicos, se atrevan a manifestar públicamente su rechazo o condena social a las conductas que constituyeron parte inseparable del cuerpo de pruebas acusatorias que condujeron a la condena. Ni siquiera una vez adquirió la autoridad de cosa definitiva e irrevocablemente juzgada, los más locuaces actores públicos del liderazgo del sector privado, ni los partidos, ni los sindicatos, ni las iglesias, con poquísimas excepciones, se han atrevido a celebrar que nuestra nación deje atrás cinco siglos de impunidades para comenzar lo que debe ser una época mejor, moral y jurídicamente.

¿Por qué un joven brillantemente inteligente, con más agallas que cualquier tiburón, sin necesidad de arriesgarse a perder su honor y humillar a su familia, se embarca en la saga que fue la invención y caída del imperio Baninter? La respuesta corta es porque podía. Nada lo impedía. Casi todos en algún momento lo aplaudimos y celebramos.

Lo cual nos trae al emotivo argumento de sus abogados, ante el fracaso de su entusiasta defensa, de que Ramoncito fue víctima de una conspiración de odio y envidia.

Nada más falso. Si fue víctima, habrá sido de un exceso de admiración y protección. Por eso está preso, y por violar la ley.

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