Parecería un juego de palabras ingeniosas y nada más. Sin embargo, las elecciones generalmente dejan lecciones para una democracia, que sin duda hay que asimilar. Una democracia es un régimen en el cual el pueblo se gobierna a sí mismo. Se autogobierna a través de representantes que él mismo escoge de entre múltiples candidatos. Sin tutela de nadie.

Y cada cierto tiempo realiza elecciones. Puede cambiar o ratificar el partido en el gobierno. Esto supone un diálogo entre gobernantes y gobernados. Los gobernantes hablan, por lo general, todo el tiempo. Hablan con palabra y con conducta. Y los pueblos hablan, en voz alta, cada tanto tiempo con su voto. Y todos tenemos que aprender de las lecciones que el pueblo dicta cada vez que habla.

En nuestro país las elecciones constituyen una oportunidad que el pueblo tiene cada cuatro años de hablar en alta voz. Entre una elección y otra el pueblo también habla, pero en voz baja, más cauteloso. El pueblo ha hablado recientemente a través de las urnas. Y de lo que ha dicho se desprenden varias lecciones.

Hay que tener presente que los pueblos nunca se equivocan al decidir porque tienen sus razones para votar como lo hacen. Cuando el pueblo considera que los gobiernos no han cumplido todas sus palabras, cuando no han satisfecho todas las expectativas legítimas que ellos mismos han contribuido en parte a crear, cuando no han dado pleno valor a sus propias promesas, entonces el pueblo no vota a favor de los partidos en el Gobierno. Se siente decepcionado. Se considera engañado.

Suele ocurrir en las democracias, que muchos partidos pierdan las elecciones a pesar de contar con «la ventaja» de estar en el gobierno, o de identificarse, a través de su imagen pública, con él. Su oferta electoral en estos casos se ve «contaminada», y el gobierno contagia al partido oficial con una gran parte de su déficit de crédito, de su falta o pérdida de predicamento.

Los perdedores siempre piensan que el pueblo se equivoca, sobre todo cuando consideran que éste ha votado por algún líder o partido que ellos consideran de malos recuerdos. Los más ajustado a la verdad es que en el pueblo, como dijera en otra oportunidad, obran las memorias más recientes sobre las más antiguas y en base a ellas actúa. El pueblo dominicano no es ninguna excepción.

Las inconvenientes dilaciones, rumores, incertidumbres en el contexto del escrutinio de los votos llegó a los límites de la pesadumbre y el escepticismo.

Pero a pesar de ello, el pueblo supo esperar, a veces con paciencia desesperante, el resultado electoral. No resulta nada saludable llevar al pueblo hasta más allá de esos límites. Podría ser altamente peligroso.

Las próximas elecciones serán las legislativas. Desde hace algún tiempo, alcanzamos la madurez de realizarlas separadas a las presidenciales. El tiempo entre unas y otras no determina diferencia alguna. Es decir, sean separadas por más o menos en el transcurso del mismo año o con una separación más amplia. Ya saldrán defensores de que la separación de esas contiendas conlleva zozobra y agitación -sin obviar el aspecto financiero económico que ello significa. La distancia de tiempo entre ambas no varía su importancia, lo que importa es que sigamos manteniendo nuestra madurez política, conservándolas separadas.

Otro avance político que debería tenerse en cuenta para análisis es la contemplación de votaciones legislativas por circunscripciones, escogiendo un titular entre varios candidatos, por circunscripción, zona o sector. De esta manera los representantes del pueblo, serían … más representativos.

Como no somos ni actuamos como elefantes por instinto basado en la memoria, sino racionalmente, como seres humanos que somos, deberíamos asimilar todas las lecciones que estas últimas elecciones nos han dejado y a través de un esfuerzo común continuar mejorando nuestra democracia imperfecta, pero perfectible.

En la democracia unas elecciones no deberían ser simplemente estériles cambios de gobiernos cada cierto tiempo. De ellas todos deberíamos sacar los máximos beneficios, incluyendo las lecciones que ellas nos enseñan.