Lecciones de Virginia Tech

Lecciones de Virginia Tech

POR UBI RIVAS
La sociedad estadounidense vive aprisionada en un stress como nunca en su historia porque tiene la desgracia de que un gobernante carente de sindéresis y de moral conduzca su destino, más difícil que nunca en el plano nacional como el internacional.

Además de la tozudez del presidente George Bush jr. de no admitir el fracaso o derrota total tanto en Afganistán como en Iraq, donde las tropas de su país enfrentan a un enemigo invisible, es decir los síndromes característicos de una guerra irregular, idéntico que en Vietnam, en el plano interno confronta una escena lóbrega por el derrotero por el que se encamina su juventud.

Juventud que rechaza enrolarse en el Army para trasladarse a lugares remotos, de culturas e idiomas distintos, para pelear por una guerra o causa que carece de sentido y que no resiste el menor de los análisis de que la motiva el “supremo interés de los Estados Unidos”.

Pero para gravar aún más la segunda trágica administración Bush jr. el 16 de abril último, un estudiante surcoreano de 23 años, Cho Seung Hui, matriculado en la Universidad Tecnológica de Virginia, en Roanoke, disparó 190 balas en nueve minutos en el campus y logró impactar de muerte a 32 estudiantes y luego la escena dantesca culminó con su suicidio.

Dos lecturas básicas surgen de esta tragedia que ha consternado no solamente a la sociedad norteamericana, sino a la aldea planetaria toda, habida cuenta de que todos eran jóvenes con vocación de alta preparación técnica, es decir, los futuros arquitectos de la sociedad estadounidense que se perdieron para su país y los suyos para siempre.

La primera de ellas es la innegable falla de los departamentos administrativos de las instituciones docentes de todos los niveles en los Estados Unidos que no incluyen en los currículos de los alumnos los condignos exámenes siquiátricos para interpretar el manejo de las conductas del alumnado caso por caso, y un seguimiento a conductas sospechosas desarrollados en el curso del año escolar a los docentes. Tampoco, un sistema de seguridad que detecte metales.

¿O se hace?

En segundo término, ha llegado el momento cumbre y clave de reformar el sistema de expendio de armas a cualquiera en los Estados Unidos, conociéndose conforme a los cables noticiosos, que Cho Seung Hui adquirió la pistola con la cual disparó a sus condiscípulos en una tienda y pagó con un cheque como si hubiese comprado un jean, unos tenis o una caja de chiclets.

Eso no puede ni debe continuar de esa manera.

Es menester reformar la ley relativa a la posesión, compra y tenencia de armas de fuego en los Estados Unidos, idéntico a nuestra obsoleta y defectuosísima ley 36, de manera que la aspiración de adquisición de un arma de fuego sea documentada por un certificado policial o judicial de las autoridades donde el sujeto resida, no que pueda adquirirla en un Estado donde no resida y luego trasladarse con ella donde reside. En primer lugar.

Justificar los motivos por los cuales aspira adquirir un arma de fuego, para proteger bienes comerciales, agrícolas o industriales, en segundo término.

Anexar a la documentación de aspirar adquirir un arma de fuego un certificado oficial expedido por una comisión de siquiatras que determinan el grado de cordura del aspirante con la pregunta clave de en cuál caso único estaría justificado a usarla. Tercer requisito.

Expedir el certificado al interesado sólo para la tenencia, y sólo para el porte a los empresarios en los momentos en que desempeñen sus funciones para defenderse y defender sus intereses, amparados, claro está, por una patente industrial o comercial que lo acredite dueño de una propiedad.

Claro que la poderosa AAA de USA rechazará medidas como las indicadas, pero la sociedad norteamericana está por encima de cualquier institución y sobre todo comercial, como lo es la AAA. ¿Se entiende?

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