Lecciones del proceso electoral

Lecciones del proceso electoral

Una ocurrencia loable del proceso electoral ha sido el civismo de los votantes. Al margen de eso, los argumentos del presidente de la Junta Central (JCE), doctor Roberto Rosario, para descalificar a los críticos del certamen crea las bases para un debate innecesario entre él y los líderes partidarios, que ayudaría muy poco a enderezar entuertos. El titular de la JCE dice que hubo actores del sistema que no estaban preparados para jugar su papel o quisieron desestabilizar el certamen. Eso equivale a admitir que la propia Junta no se preparó adecuadamente para prevenir lo indeseable.
Por si fuera poco, el sistema ha seguido la tradición de dejar impune el delito electoral. Hay pocos antecedentes de persecución contra gente que comete desmanes, a veces sangrientos, durante y después de las campañas electorales, o que hurta urnas o incendia recintos en que se almacena material de los comicios. Es una falla sistémica que debemos corregir, porque las reglas del ejercicio del derecho electoral no disponen en ninguna parte receso de la aplicación de las leyes.
Hay que reconocer que la JCE ha trabajado desprovista de instrumentos vitales, como la ley de partidos y la electoral. Aún así, se ha debido proceder con las facultades vigentes para preservar la idoneidad del proceso y evitar divergencias innecesarias. Hay que trabajar firme para blindar el sistema.

Recurso legítimo pero riesgoso

A la huelga de hambre la descalifican sus propias consecuencias dañinas al que la ejerce como derecho para impulsar causas o reclamos. Este método no se inscribe en ninguna pauta como condición facultada para moderar decisiones sociales, económicas, y ni siquiera políticas. Pero divergencias derivadas de las elecciones del 15 de mayo han inducido a gente con merecido aprecio social a declararse en huelga de hambre para motorizar sus reclamos.

El Colegio Médico Dominicano, como organización facultativa en materia de salud, ha advertido sobre las consecuencias dañinas de la abstención alimenticia. Quienes se han aferrado a este recurso deberían acoger el consejo de desistir del mismo y emprender sus reclamos con medios menos adversos a la salud y menos mortificantes para sus seres queridos.

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