Lecciones importantes del pasado proceso electoral

Lecciones importantes del pasado proceso electoral

Las pasadas elecciones generales, ganadas con la votación histórica más alta por parte del Presidente Danilo Medina, como señalaron las encuestadoras serias, manteniendo el PLD mayoría congresual y municipal; mientras el PRM, un partido creado hace año y medio, con el debut como candidato presidencial del Lic. Luis Abinader, realizó un buen papel con el 35% de las votaciones, dos senadores y un buen número de diputados y alcaldes; pero no es menos cierto que al margen de estos resultados ambos partidos y los minoritarios deben sacar lecciones y conclusiones de lo que ha acontecido en este proceso.
Comenzando con la oposición, que comenzó a cavar su suerte el mismo 21 de mayo, luego de la derrota de 2012, cuando Hipólito Mejía se proclamó como jefe de la oposición, y días después su grupo procedió a destituir y expulsar sumariamente al presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, pasándole por encima a la derechos constitucionales proclamados en la Carta Magna de 2010 y a los propios reglamentos de la organización.
Gracias a ese dislate comenzó el vía crucis de la oposición, que debió transitar meses de procesos ante el Tribunal Superior Electoral, hasta que por fin el sector de Hipólito Mejía y Luis Abinader decidieron formar tienda aparte en la Alianza Social Demócrata, cambiándole el nombre por el de Revolucionario Moderno.
Todo parecía pintar color de rosas para la naciente organización cuando simultáneamente lograron hacer elecciones internas, Luis Abinader derrotó a Hipólito Mejía y éste último aceptó los resultados, mientras en el PLD se cocía la crisis más grave en su historia con el tema de la reelección.
Otro de los errores graves de ese sector de la oposición, más sus aliados de la “sociedad civil” y el equipo mediático, fue concentrar sus ataques contra el Lic. Leonel Fernández, quien ellos suponía sería el candidato a vencer en 2016, y mientras dedicaban todos sus esfuerzos a esa causa, el Presidente Danilo Medina, corriendo sin oposición, veía crecer sus bonos de simpatías gracias a una extraordinaria obra de gobierno.
Cuando las aguas se aplacaron en el PLD, se definió la candidatura presidencial del Lic. Medina y el partido se unificó, entonces la oposición, encarnada en el PRM, inició los ataques contra el gobierno, con tan mala cabeza que cuestionaron programas brillantes como las “visitas sorpresa” o empezaron a descubrir la corrupción en la campaña electoral. Era muy tarde porque los niveles de popularidad del Presidente Medina eran imbatibles gracias a una obra de gobierno que supo conectar con los más necesitados y era un referente de cumplimiento de las promesas de campaña.
Los partidos minoritarios que participaron independientes también les cae su cuota de responsabilidad por la incapacidad de hacer alianzas, por ello sus resultados en término de votaciones fueron sencillamente decepcionantes. Ellos deberán realizar serias reflexiones acerca de sus respectivos desempeños y escasa penetración en las masas a pesar de que muchos se vendieron como alternativas viables a los partidos tradicionales.
Al PLD, como fuerza dominante de los poderes del Estado, le corresponde la mayor cuota de responsabilidad en salvar el sistema de partidos, en preservar la democracia y a ponerle coto a campañas electorales donde un candidato a diputado se gasta el lujo de “invertir” decenas de millones y un senador de una provincia cien millones de pesos en la campaña.
El Presidente Danilo Medina y el Congreso de mayoría peledeísta tienen la responsabilidad histórica de una “profunda reestructuración del marco legal electoral”, como planteó el informe de la misión de observadores de la OEA, con una genuina ley de partidos, una de garantías electorales y una adaptación de la Ley Electoral.
El PRM debe preservar la unidad interna, realizar una oposición critica, pero constructiva, y tomarle la palabra al Presidente Medina y unir esfuerzos mediante el dialogo, no con bravuconadas, para hacer realidad un marco legal que devuelva la democracia interna a los partidos, evite que el dinero sea el insumo principal para ganar las posiciones electivas y garantizar mayor equidad en los comicios.

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