Lecciones que se deben aprender

Lecciones que se deben aprender

El lapso que existe entre la celebración de las elecciones presidenciales y la toma de posesión del nuevo gobierno en traspasos de mando de partidos contrarios, generalmente se han prestado a trapisondas postelectorales e ingenuidades y genialidades de las nuevas autoridades que han llevado al desastre el logro de sus pretendidos objetivos desarrollistas.

En el lapso de las elecciones del año 1978, el Presidente Balaguer que había perdido las elecciones del candidato del PRD, tiró una cascarita en el piso al nuevo gobierno aumentando los sueldos a los militares en una situación de debilidad fiscal. Esta precaria situación fiscal era consecuencia de un exceso del gasto público en el período preelectoral, caída de los precios internacionales de nuestros principales bienes de exportación y los enormes déficit de las empresas públicas, los cuales habían sido cubiertos con elevados endeudamientos externos e internos, que se llevaron de encuentro a la plana mayor dominicana del CitiBank en el país.

El Gobierno del Presidente Guzmán en vez de someterse a un programa de austeridad resbaló en la cascarita y aumentó los sueldos a los empleados públicos, que eran muy bajos, y aplicó una política económica de demanda inducida, o sea aumento del gasto interno para estimular el crecimiento económico, primero con prestamos internacionales y luego con créditos internos incluyendo el del Banco Central.

El primer préstamo que se negoció fue el de los famosos 185 millones de dólares, buena parte del mismo para renegociar las acreencias de las empresas de CORDE durante el Gobierno del Dr. Balaguer, que luego formó parte de la renegociación de la deuda con la banca comercial internacional en los años 1983, 1986 y 1994.

En cuanto al crédito interno, recordemos que fue la época en que uno de los gobernadores del Banco Central de ese período puso en boga el nombre de pesos inorgánicos, o sea sin respaldo de reservas, al llamar la atención sobre la peligrosidad de su uso. El Gobierno del Presidente Guzmán fue impactado por dos terribles fenómenos atmosféricos y por los precios del petróleo, cuyos aumentos fueron financiados con créditos externos.

Hacia fines del año 1981, la banca internacional le cerró el crédito al país por los incumplimientos de pagos por parte del Banco Central de las cartas de créditos, cobranzas, giros y transferencias, que se habían aperturados para realizar pagos del sector privado en el exterior, el cual había depositado sus pesos en esa institución, a una tasa de cambio subsidiada, por un monto de unos 400 millones de dólares.

Desde el 1982, con excepción de algunos meses en el año 1983, año en el cual se renegociaron esos atrasos con la banca internacional y se incluyeron en la deuda pública externa, el crédito comercial estuvo cerrado para el país hasta Agosto del año 1994, fecha en que entró en vigencia la renegociación con la banca de dichos atrasos y algunos más del año 1984, junto con sus elevados montos de intereses acumulados, 414 millones de dólares, también no pagados. La renegociación del año 1986 con la banca internacional por 776 millones de dólares, el país nunca la cumplió.

Durante trece años nuestro país fue un paria en los mercados internacionales, ocultando sus reservas, para que no fueran embargadas, en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y en el Banco de Pagos Internacionales de Basilea y donde todo nuestro comercio internacional tenía que ser realizado en efectivo con excepción de contados créditos de bancos centrales latinoamericanos y de países como era el caso de Venezuela, que financiaba por unos meses nuestras importaciones de petróleo y con el cual también se cayó en atrasos en el año 1989.

Durante el período preelectoral del año 1986, el Dr. Balaguer que estaba en la oposición, prometió que en cuanto ganara las elecciones eliminaría el recargo cambiario del 36%, que se estaba aplicando a las exportaciones tradicionales para financiar los costos de la factura eléctrica como parte del Acuerdo con el FMI del año 1985.

Inmediatamente el PRD perdió las elecciones, lo complació y eliminó el recargo cambiario generándose un aumento importante de la emisión monetaria. No obstante, la entrega de esta manzana envenenada, el Presidente Balaguer, quien no recordó su cascarita del año 1978 y sus resultados, lo primero que hizo fue emitir 500 millones de pesos inorgánicos por una ley del Congreso de la República para proporcionárselo al CEA (a cambio del traspaso al Banco Central de los terrenos del Ingenio Montellano), el cual luego de ser capitalizado de esta forma, fue prácticamente descapitalizado al impedirle el gobierno, por una decisión populista, aumentar los precios de sus productos cuando sus costos eran mayores, en un período de elevado proceso inflacionario.

El Presidente Balaguer, que en sus anteriores gobiernos había aplicado políticas fiscales equilibradas, pensó que por su avanzada edad ese sería su último período gubernamental y se embarcó en un amplio programa de inversiones públicas financiado con crédito interno, el no pago de la deuda externa y prestamos de algunos países europeos que no habían participado en la renegociación de la deuda bilateral en el Club de París del año 1985, cuyo balance cortado al 30 de Junio del año 1984 es el que actualmente se intenta renegociar. No obstante el no pago de la deuda externa, en el mes de Septiembre del año 1989 el Banco Central se encontraba sin reservas y el país cayó en atrasos con sus pocas fuentes de créditos bilateral y multilateral que le quedaban abiertas, incluyendo atrasos con el FMI, para los cuales se pretendió pedir su renegociación en una ingenua decisión por parte del incumbente del Banco Central de ese momento.

La enérgica oposición a esta imprudente decisión, por parte de nuestro Director Ejecutivo en ese entonces Prof. Alexandre Kafka, quien ocupó esa posición durante 35 años, y las relaciones construidas por las cartas anteriormente cursadas entre el Presidente Balaguer y el Director Gerente del FMI Michael Camdessus, lograron que no fuéramos enviados al ostracismo de los mercados internacionales por muchos años, limpiáramos los atrasos (el único país Latinoamericano y del Caribe que había entrado en atraso con el FMI) y pudiéramos obtener acuerdos financieros con ese organismo en el 1991 y 1993, renegociar la deuda con el Club de París en el 1991 y recibir de nuevo créditos de los organismos multilaterales en apoyo a nuestras reformas, lo que nos permitió lograr la estabilidad y el elevado crecimiento económico que experimentamos durante la década de los años noventa.

Ese cuatrienio de gobierno 1986 1990 fue durante el cual la economía dominicana experimentó la más elevada inflación y devaluación durante el pasado siglo.

Como se puede apreciar, han sido las políticas públicas de demanda inducida, aplicadas por la desesperación de los gobiernos de pretender en tan solo cuatro años desarrollar el país y eliminar la pobreza, financiadas con endeudamiento externo, atrasos externos y crédito interno, las que puestas en vigencias al inicio de los gobiernos por actos de ingenuidad o de genialidad criolla, han provocado las graves crisis inflacionarias, devaluatorias y de deuda externa de nuestra economía, diezmando la clase media y aumentando la cantidad de pobres que en sus inicios se pretendían redimir.

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