Lectura antireleccionista del presupuesto y del FMI

Lectura antireleccionista del presupuesto y del FMI

A pesar que propulsores de la repostulación del Presidente Fernández siguen pretendiendo, con  energía incrementada por temores aparentes de perder el disfrute de las mieles del poder, que el mandatario modifique su decisión de no repostularse en el 2012; el presupuesto sometido al Congreso y  la carta de intención enviada al FMI reafirman la decisión presidencial de no participar en los comicios de ese año al admitir la insostenibilidad de la situación económica fiscal dibujada en ambos instrumentos.

Ellos postulan un cambio radical de la situación deficitaria presente que están colocando al gobierno en posición atrapada y sin salida; a otra superavitaria a partir del 2012 como condición  para detener el endeudamiento.

Ya no se trata solamente de la prohibición constitucional que requeriría para su repostulación ser modificada, en circunstancia que no cuenta con la mayoría calificada requerida para ello; o la contradictoria proposición de un referendo después de haber eliminado las elecciones separadas en el nombre del sosiego ciudadano; ni de interpretaciones constitucionales traviesas que hacen recordar la prolongación de Horacio Vázquez en 1928 que sirvió de parto a 31 años de dictadura.  Tampoco de la ponderación de las señales provenientes de poderes fácticos hoy abonados por resistencias emanadas de su propio partido.

Los instrumentos citados añaden el costo político para el mandatario de exponerse a un escenario más constreñido en términos económicos en relación a procesos precedentes. Y del costo político que le implicará transitar de lo deficitario a lo superavitario por lo que pueda contrariar sus políticas instauradas y defendidas con vehemencia: gasto público expansivo, elevada empleomanía, subsidios,  servicio de la deuda, etc;  cuando no la imposición de tributos impopulares o más endeudamientos comprometedores de nuestra soberanía

De hacerlo, la imagen del mandatario quedaría marcada por contradicciones para todo quien aspira ser visto más como estadista que como político, más como líder arbitrador que sectario, más internacional que nacional; opciones a su alcance presente y futuro. Así como la opción de casarse con la gloria de auspiciar un proceso electoral asumiendo roles de neutralidad e imparcialidad, especialmente si se manifiesta en la no utilización de los recursos del Estado a favor de candidaturas particulares, tal y como debe ser y viven reclamando importantes fuerzas propulsoras de la perfectibilidad de nuestra democracia.Teniendo a su alcance opciones armoniosas de relevo, expeditas y experimentadas,  que no les resultaría contradictorio transitar lo deficitario hacia lo  superavitario, el Presidente Fernández no tiene porque caer víctima de cortesanos pretenciosos de modificar su posición de abstenerse de participar en los comicios del 2012.

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