Lecturas renovadas

 Lecturas renovadas

Yo he visto que quienes siembran iniquidad y siembran injuria eso mismo cosechan. Al necio lo mata la ira, al codicioso lo consume la envidia.

“Bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige, por tanto, no desprecies, la reprensión del Todopoderoso.

“Dios no desprecia al íntegro ni ofrece apoyo a la mano del maligno. Él llenará aún tu boca de risas y tus labios de júbilo. Los que te aborrecen serán cubiertos de confusión, la morada de los impíos perecerá.

“Vosotros, ciertamente, sois fraguadores de mentiras.  Aunque en la tierra envejezca su raíz y muera su tronco en el polvo al recibir el agua reverdecerá.

“Perece el hombre ¿y dónde estará? Como se evaporan las aguas en el mar y el río se agota y se seca, así el hombre yace y no vuelve a levantarse.

“La reunión de los impíos será asolada y el fuego consumirá la casa del que soborna.

“¿No sabes que siempre fue así, que desde el tiempo en que fue puesto el hombre sobre la tierra la alegría de los malos es breve y el goce del impío solo dura un momento?

“Aunque se enaltezca hasta el cielo y su cabeza toque las nubes, como su estiércol perecerá para siempre y los que lo hayan visto dirán ¿Qué es de él?”

El libro de los libros, la Biblia contiene tanta sabiduría que debe ser consultado a diario, a fin de ver, leer, aprender sus enseñanzas e imitar conductas, ejemplos cuyas luces deben conducir nuestras vidas.

Pero he ahí que lo más difícil es actuar bien, conforme a las enseñanzas que recibimos de nuestros mayores, de nuestros maestros, de nuestros preceptores religiosos que nos enseñaron que bueno es quien no hace mal, que bueno es aquel que no desea para los demás lo que no desea para sí.

Los problemas, las diferencias que tenemos hasta dentro del matrimonio, sólo se resuelven de manera armónica conversando, discutiendo, exponiendo los puntos de vista encontrados y, con buena intención, cediendo hasta acercar las posiciones y buscar el entendimiento honestamente.

Siempre lo he dicho: es más fácil vociferar que escuchar, mantener posiciones intolerantes que arribar a conclusiones que beneficien a todos sin egoísmo, respetando las reglas de juego pre-establecidas.

Lo llevo dicho muchas veces: los dominicanos somos muy buenos para la guerra y pésimos en la búsqueda de la paz. A veces no sé si se trata de un malentendido  sobre lo que significa la condición de hombre.

Lo cierto es, que en la guerra perdemos todos. En la paz podemos entendernos como seres civilizados. Ello, sin olvidar que nadie tiene el monopolio del valor.

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