El vejamen accionado por el procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, diseñado inequívocamente por nuestro Presidente Danilo Medina, es menester interpretarlo en las lecturas zurcidas en torno al propósito proditorio de la reelección, y el temor de una disidencia al juicio de fondo del affaire Odebrecht.
No de otra manera y forma podría interpretarse el ignominioso fardo de excrecencias viscosas, que ha recibido el rechazo y la condena del supremo tribunal del planeta Tierra, que es la unanimidad con que su sociedad se ha pronunciado, relacionado a esta infeliz providencia palaciega.
Conforme sondeo publicado por El Nacional del día seis del presente mes, un 62% apoya destituir al PGR, y faltaría sondear la responsabilidad de nuestro gobernante en este nauseabundo caso y el nivel de la condena popular de ese sondeo, y otro sondeo, pronunciándose relacionado a crear la figura jurídica del referendo revocatorio, tan necesario en casos como este.
El PGR accionó una plataforma irregular en la interrogación que derivó a acusación a la Magistrada Germán Brito, juez presidente de la Sala Penal de la SCJ, basada en documentos anónimos, del litoral rastrero pasquinero, una forma grosera e inusual, por demás violatoria, al cuestionamiento a un aspirante a juez.
Ese torrente de aguas de albañal nunca debió gobernante nuestro orquestar por el prurito detestable de la reelección, haciendo inclusive caso omiso a la ausencia de la embajadora del imperio a la reciente rendición de cuentas de nuestro gobernante.
Más claro, ni el agua, contaminada de denuestos y ofensas, sobre todo a una dama y una magistrada impoluta, a quien se teme la disidencia al final del juicio de fondo del pestilente caso Odebrecht, y el resultado final, sin excluir a sus dos protagonistas principales.