En los gobernantes y los gobiernos, idéntico a los seres humanos, lo importante y decisivo no estriba en cuando comienzan, sino cuando terminan, y en lo atinente al presidente Leonel Fernández, que traspasa el poder constitucional dentro de 17 días a Danilo Medina, es propicia la ocasión para externar algunas reflexiones.

Estabilidad macro-económica de turismo y zonas francas industriales; crecimiento sostenido por sobre un promedio del 7% en ocho años e inflación menor de un 3%, sin  que se traduzca en grandes logros para las inmensas mayorías, más bien  un bienestar encapsulado favorable a los señores del dinero o tutumpotes, como definió siempre el presidente Juan Bosch. Tutumpotes muchos de los que son expertos evasores de impuestos y “puentes” para reducir la factura eléctrica, siempre detrás de las exenciones fiscales, los contratos de grado a grado y las sinecuras emanadas del poder, sobre todo cuando es reeleccionista.

Construcciones de elevados, túneles y Metro en la capital y algunos de lo primero en Santiago, donde los munícipes propinaron un revés electoral al PLD en los comicios recientes porque el presidente Leonel dejó en el aire ocho proyectos que los santiaguenses vienen reclamando desde hace tiempo y que reseñó La Información del día 24 de este mes. En la única ocasión que he conversado con el presidente Leonel le expuse que si Santiago de los Caballeros no es todo el país, resulta decisivo en un torneo electoral; que Santiago de los Caballeros nunca ha necesitado de cheques del gobierno para desempeñar su rol protagónico nacional y que de allí han emergido nueve presidentes. Hizo caso omiso a esa premonición, con los sabidos resultados.

La contrapartida cuestionable y difícil que deja como herencia a Danilo es un caos en la conducta nacional, porque nadie respeta las leyes 241 de Tránsito que el presidente Leonel debió propiciar,  criminalizar el cruce en rojo y vía contraria; la 36 que permita solo la tenencia y no el porte de armas de fuego, y la 285-04 de Inmigración que luego de ocho años se aprueba el reglamento cuando el país se ha haitianizado peligrosamente y final una deuda externa que el presidente Leonel encontró en US$7,800 millones y encaramó en US$24 mil millones.