Legado dirigencial

Legado dirigencial

Quizá no tanto por estos años. Hubo tiempos, en un lejano ayer, en que con la sola mención del apellido Ramírez buena parte de la provincia de San Juan parecía reverdecer.

Por supuesto, no solamente los varones integrantes de esta familia eran influyentes, sino de otras como los Puello y los Garrido. Deseo, por esta vez, hablar de aquellos para explicar el decisivo triunfo del general Miguel Ángel Ramírez Alcántara, en las elecciones de 1962.  Porque, en adición a los méritos personales que acumuló, don Miguel Ángel sumó a su vida la fama de don Carmito Ramírez y de otros de sus antepasados.

Mi padre ya fallecido, mi hermano Antonio y yo le dedicamos respeto y cultivamos una buena relación con él. Abrevé con él en sus vivencias del exilio antitrujillista y de su papel en la guerra civil de Costa Rica de 1948. Y de su frustrado intento de apoyar al Presidente Juan Bosch en las elecciones de diciembre de 1962.

En ese año, el general Ramírez Alcántara ganó en una proporción de cuatro a uno como contendor provincial del Partido Revolucionario Dominicano y del Profesor Bosch.  Por supuesto, el Partido Nacionalista Revolucionario Democrático (PNRD) que había fundado en el exilio, trabajó activamente en la Provincia.

Gozoso contaba cómo tocó puertas de compadres e hijos de compadres de su padre o su abuelo paterno. Y del apoyo que le ofreció don José Figueres, de quien era amigo. Para respaldar el intento de don Pepe de hacer de Costa Rica un país distinto, Ramírez Alcántara encabezó una fuerza que peleó en aquella guerra civil.

Con el legado de sus antepasados y al contemplar la actitud de don Juan, decidió volcarse en la Provincia.  Como decía, casi jactancioso, estaba curcutiando el peso de los Ramírez. Al cerrarse las urnas en aquél diciembre de 1962, el PNRD contó veinte mil votos en la demarcación. El PRD, y don Juan, apenas acumularon cinco mil votos.

Con ese historial se lo presenté a Joaquín Balaguer en 1965. En principio, el general Ramírez Alcántara apoyaba a don Rafael F. Bonnelly. Un día, sin embargo, me llamó.

-Quiero verme con Balaguer.

Fue el día en que le conté al Dr. Balaguer cuanto relato ahora para ustedes. Y como entendiese que ese  influjo había disminuido, le comenté que tal vez carecía de la fuerza de 1962.

“Los legados familiares siempre pesan. ¡Tráigamelo!” Introduje al general por la parte trasera de la casa, que aún no tenía la construcción en la que vivió Balaguer a partir de abril de 1967. Era más fácil y expedito, pues el general vivía cerca, en la calle Canoabo. Balaguer le habló como si hubiera sido uno de sus electores provinciales cuatro años antes.

Reconocedor del efecto de su ausencia en la vida de la Provincia, el general comentó que el aporte no sería el cuatro a uno contra Bosch. Y ducho como era, añadió: “Mandaré notas a mis amigos. Y les diré que se sumen directamente a usted”.

Balaguer logró una aplastante victoria provincial con cuarenta y tres mil electores. Y controló el voto de la demarcación hasta 1982, en que se inició su decadencia. En buena medida, también Balaguer heredó a don Carmito Ramírez.

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