Legitimidad, poder constituyente y democracia

Legitimidad, poder constituyente y democracia

Millizen Uribe

Hoy el sistema político conocido como democracia presenta serias limitaciones en el aspecto representativo.

La concepción básica de que es el tipo de gobierno donde el pueblo es el titular del poder amerita que éste tenga los mecanismos de ejercicio y uso de ese poder y no puede limitarse a un simbolismo electoral cada cuatro años.

Al analizar la correlación de poder en República Dominicana, resulta obvio que hace mucho tiempo en una variedad de aspectos no es la voluntad popular la que se está imponiendo. En la lógica de Antonio Negri el poder constituido se ha impuesto al poder constituyente y eso lleva a cuestionar el carácter democrático de Estados como el dominicano y el poder político: sus fundamentos, objetivos y finalidades.

El filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio señala que el poder político debe acompañarse de un componente axiológico: legitimidad. En este sentido introduce dos aspectos: los valores y la participación.

En relación al primer aspecto, indica que además de lo jurídico y su efectividad, el poder político debe cumplir una parte ética y fundamentarse en valores como justicia, paz, derechos humanos, igualdad, libertad y tolerancia. Yo agrego capacidad y honestidad.

Esta visión choca con una premisa política de que el gobierno tiene el deber de subsistir, por lo medios que fueran. Sin embargo, la legitimidad no se determina por la efectividad y el uso de lo coactivo para lograr la obediencia, sino por la participación, validación y apoyo del poder que lo ha constituido, que no es más que el poder constituyente: el pueblo.

En relación a la participación, un gobierno es legítimo en la medida en que los ciudadanos participan en el procedimiento de discusión y aprobación de las reglas a cumplir en el Estado.

En República Dominicana urge contar con un sistema político legítimo. Es necesario que el pueblo deje ser una categoría semántica vacía y adquiera el poder y la fuerza que por ser poder constituyente le corresponden. En otros países se dispone del constante uso de plebiscitos y referéndums. Aquí, en tanto que la representatividad no existe, debemos exigir poder decidir sobre los problemas que nos afectan y sus eventuales soluciones. Eso sería lo democrático.

Lo contrario es un cuadro donde no hay participación, el poder constituido usurpa las funciones del poder constituyente. Eso sucede en el sistema dominicano, donde la legalidad puede ser fabricada al antojo de unos pocos, resultando obvia la carencia de legitimidad. Donde no hay legitimidad, no hay democracia y donde no hay democracia el poder político es ilegítimo, y Thomas Hobbes sugería que el príncipe ilegítimo, debe ser tratado como un enemigo.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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