La protección contra el virus SARS-CoV-2 es de poca extensión sobre segmentos poblacionales con inmunizaciones reducidas a la primera dosis para personas de mayor edad, profesores, médicos, paramédicos y militares.

Lo limitado del proceso coincide con una tendencia al ascenso en la positividad, flexibilidad en restricciones que disminuyen los confinamientos y señales de fatiga y problemas emocionales en quienes ansían recuperar su forma de vida con inclusión de diversiones.

Situaciones que preocupan por la vigencia que conserva el evasivo patógeno, contra el cual falta avanzar comunitariamente tras un significativo descenso de las inoculaciones por falta de dosis y muchas incógnitas sobre las variantes que se presentan con indicios de que a la larga serían más difíciles de vencer.

El país está bajo atendibles pronósticos de que el asueto de Semana Santa, que intensifica el interés por los esparcimientos de muchos contactos sociales, sea seguido por un pico de la emfermedad.

Ha ocurrido en cada país en que ha bajado la guardia de tiempo en tiempo, incluyendo República Dominicana por anteriores disminuciones del confinamiento por elecciones, Navidades y otras escapadas.

Siendo inminente el progresivo regresos a la docencia, cada boletín sanitario de los días inmediatos dirá crucialmente si el mal retrocede o si prosperan los controles, a ver qué hacer entonces. Soltar o recogerse más.

Componente locales de alzas

Es la realidad: los costos mundiales del petróleo y los derivados que República Dominicana importa originan precios a los consumidores que siempre han estado por encima de lo razonable, por la incidencia también de factores internos originados por la presión impositiva y los márgenes de ganancias reservados a segmentos de intermediación que por equidad ameritan una revisión. No procede echarle toda la culpa a quienes extraen y hacen llegar aquí al llamado oro negro y sus destilados.

Cuando el Estado absorbe las subidas externas de hidrocarburos, hace lo que en justicia corresponde para evitar repercusiones sobre casi todas las formas de transporte y de generación de bienes y servicios en la economía, una consecuencia más grave socialmente que sacrificar al Fisco con una tajada menor de ingresos por ese concepto.