Lentes de contacto

Lentes de contacto

A principios de 1900, el estudiante de medicina August Muller mandó a diseñar unas lentes que corrigieron casi por completo su miopía, pero sus ojos no las toleraron más de 30 minutos y descartó la investigación. Hasta ese punto los pocos lentes que se colocaban en el ojo eran de vidrio, producían enturbiamiento de la córnea, irritación y eran muy incómodos.

En 1930 aparecieron los polímeros de plástico transparente, descubrimiento que aprovechó William Feinbloom para hacer lentes de contacto duros de polimetil polacrilato, material que se utilizó hasta 1970 cuando fue sustituido por un gas permeable que facilitaba la oxigenación de la córnea.

Los lentes blandos vieron su nacimiento en 1964, compuestos por geles hidrofílicos que absorbían y retenían mayores cantidades de agua; la patente pasó por varias manos antes de ser vendida a Bausch and Lomb, empresa que los comercializó a gran escala.

Los lentes de contacto se consagraron en 1981 cuando la Food and Drug Administration (FDA) aprobó su uso diario o durante un tiempo prolongado. El camino recorrido hasta llegar a esa meta no había sido fácil: los vidrios arcaicos que una vez imaginó Da Vinci, fueron realidad cuatro siglos después.

Las lentillas cambiaron la forma de ver el mundo de millones de personas que también mejoraron su apariencia física.

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