Leon Panetta en Santo Domingo

Leon Panetta en Santo Domingo

Tuvimos el privilegio de conocer a Leon Panetta, el designado por el presidente electo de los Estados Unidos Barack Obama para dirigir la Administración Central de Inteligencia (CIA), hace ocho años.

En ese entonces, nos desempeñábamos como director ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), posición a donde nos había llevado Don Alejandro Grullón, cuando asumió la presidencia de esa institución de tantos aportes institucionales a la nación, para llenar la vacante dejada por el Dr. Milton Ray Guevara, co-fundador de la misma junto con Don Alejandro, y quien había sido su primer director (1990-1996).

Tuvimos el honor de invitar a Panetta a impartir una conferencia en nuestro país sobre presupuesto y rendición de cuentas. Esa conferencia inauguraba el proyecto “Hacia un nuevo modelo económico”, brillante idea motorizada por Carlos Guillermo León, presidente de la FINJUS en ese entonces.

Siempre recordamos esa ocasión, pues en nuestro tránsito del aeropuerto al hotel en donde se hospedaría Panetta, tuvimos nuestra primera conversación con quien fuera jefe de gabinete del Presidente Bill Clinton. Y, más allá de la inteligencia pragmática y los modales sencillos de Panetta, recordamos vívidamente ese diálogo pues, a la pregunta nuestra de cuál era el secreto del control congresional sobre el presupuesto en los Estados Unidos, nos respondió rápidamente que la clave de todo residía en que el Congreso tenía una oficina de presupuesto de casi la misma dimensión y con un personal de la misma calidad profesional que la oficina presupuestaria del ejecutivo. Eso permitía a los legisladores cuestionar las partidas presupuestarias propuestas por el presidente teniendo toda la información a la mano suministrada por el staff congresional de esa oficina presupuestaria.

Nos viene a la mente aquel encuentro y esa conversación ahora que la designación de Panetta ha sorprendido a muchos miembros de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, pues, en principio, no tiene antecedentes formales en materia de seguridad y espionaje. Pero los analistas coinciden en que Obama ha querido llevar a la CIA una persona nada ligada a los esfuerzos anti-terroristas de la Administración Bush, con una larga experiencia como legislador (de 1977 a 1993 fue representante del Distrito 16 de California), lo que le permitirá negociar con los comités en el Congreso el nuevo rol de la CIA, y con las suficientes destrezas gerenciales y políticas para poder recuperar el antiguo rol vital de la CIA, perdido en el año 2004 con la creación del director nacional de inteligencia. Pero más aún: Panetta promete darle un giro radical a la CIA.

El nominado ha sido un fuerte crítico de la tortura y del espionaje electrónico sin autorización judicial, prácticas legalizadas por la Administración Bush. El 9 de marzo del año pasado, en un artículo publicado en el Monterrey Herald, Panetta criticó el veto de Bush de la ley que requeriría a la CIA cumplir las mismas reglas sobre tortura a las cuales está obligado el ejército. En esa ocasión, Panetta expresó:

“El presidente (George Bush) dice que las reglas (de la ley vetada) son muy restrictivas, implicando que el uso de algunas formas de tortura podría evitar otro Septiembre 11. Pero todas las formas de tortura han estado por largo tiempo prohibidas tanto por el Derecho norteamericano como por tratados internacionales respetados tanto por presidentes republicanos como demócratas. Nuestros padres de la patria prohibieron el ‘castigo cruel e inusual’ porque esa era la manera como los tiranos gobernaron en los 1700. Ellos querían una América mejor que eso. La tortura es ilegal, inmoral, peligrosa y contraproductiva”.

Palabras inusuales en quien ha sido propuesto para dirigir una institución inscrita en la historia universal de la infamia como la CIA. Palabras valientes en un país que desde el 2001 vive en el terror difuso de las amenazas visibles e invisibles. Palabras que, sin embargo, fueron escuchadas por el pueblo norteamericano, que, como bien señala Panetta y como lo revela la propia elección de Obama, “ha rechazado la táctica del miedo” y quiere “un cambio y una nación unificada”, cansado ya de un “patriotismo definido simplemente por el miedo, el prospecto de la guerra perpetua y los prejuicios históricos contra la raza y el género”.

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